Bilbao. LA voluntad popular es terca y difícil de doblegar. Que se lo digan a los tailandeses que llevan todo el siglo votando a los mismos, a pesar de que los opositores han intentado obviarla por todos los medios. Manifestaciones, ocupaciones de edificios oficiales, ilegalizaciones de partidos, condenas judiciales... y hasta un golpe de estado han sido los mecanismos que han utilizado para llegar al poder.

Bangkok asiste estos días a una serie de importantes movilizaciones de los llamados camisas amarillas, que han obligado al Gobierno a convocar una nueva cita electoral. Pero unas nuevas elecciones no calman las protestas opositoras. Solo el 'quítate tu para ponerme yo' que enarbolan acabaría con su descontento.

Los llamados camisas amarillas son los representantes de las clases medias urbanas, fundamentalmente de Bangkok, liderados por magnates de la prensa y políticos con vínculos con el ejército y la monarquía. El color amarillo de su simbología es también el distintivo de la casa real de Tailandia.

El personaje central de la política tailandesa del presente siglo es Thaksin Shinawatra. En 2001 ganaba por primera vez las elecciones, en 2005 volvía a hacerlo, pero un torrente de acusaciones contra él y su gobierno forzaron una nueva cita electoral en 2006, que volvía a ganar. Pero tampoco parecía valer y el Tribunal Supremo anuló las elecciones y convocó unos nuevos comicios. No obstante, por si volvía a ganar, los militares protagonizaron un golpe de Estado aprovechando un viaje de Thaksin a Estados Unidos.

En 2007 vuelven a celebrarse elecciones, que una vez más gana el movimiento liderado por Thaksin.

Los que ahora protestan -Partido Demócrata (PD)- han perdido todas las elecciones (cinco en 13 años) celebradas en el país de los thai. Y los que ahora gobiernan -la nueva marca del ilegalizado Partido del Poder del Pueblo- solo han dejado de hacerlo por un golpe de estado en 2006 y por la toma de ministerios, la ilegalización de su partido y la inhabilitación de sus dos primeros ministros en 2008.

¿Qué tienen en común las movilizaciones de 2008 con las de estos días? Mucho. En ambas piden un cambio constitucional antes de que se celebren las elecciones. No hay muchos datos sobre la base de la reforma propugnada ahora, pero conociendo lo que reivindicaban en 2008 podemos tener una idea bastante aproximada.

Entonces pedían un cambio en la Constitución para que el sufragio universal valiera solo el 30% y el otro 70% fuera por designación. Y es que al PD lo de las urnas no le va. La élite urbana de Bangkok desprecia la participación política de la población rural, que es el principal soporte del Puea Thai, nuevo nombre del ilegalizado Partido del Poder del Pueblo, que apoyaba a Thaksin. Tanto es así que la actual primera ministra Yingluck Shinawatra -hermana de Thaksin-, tiene un apoyo parlamentario de 265 escaños frente a 159 del PD, logrado en las elecciones del verano de 2011.

Sabedora de que su principal baza es el apoyo de los tailandeses, la primera ministra ha convocado lo que más duele a la oposición capitalina; unas elecciones. Y como en 2008, los camisas amarillas tratan de impedirlas por todos los medios.

Aquel año tomaron varios ministerios y estuvieron a punto de entrar en la Casa de Gobierno. Entonces el poder Judicial inhabilitó al primer ministro e ilegalizó a varios de los partidos que le apoyaban, procediendo a nombrar a un nuevo mandatario, que fue también del recién ilegalizado PPP. Pero todo esto no aplacó la ira de los manifestantes que buscaban llegar al poder derribando al legítimo gobierno de Bangkok. Y tuvieron que inhabilitar al nuevo primer ministro hasta conseguir que un representante del PD se hiciera con el poder.

Ante este Golpe de estado civil, las protestas -ahora de los seguidores de Thaksin- fueron ganando intensidad hasta que en 2010 miles de camisas rojas, que pudieron llegar a la capital pese a los controles del Ejército y la Policía, fueron duramente reprimidos. La actuación de las fuerzas de seguridad causó decenas de muertos. Solo en uno de los desalojos se contaron más de 90 fallecidos. El responsable de las masacres era el entonces viceprimer ministro Suthep Thaugsuban, ahora líder de los manifestantes.

En 2011 los tailandeses volvían a votar, y su terca voluntad daba de nuevo una amplia mayoría a los camisas rojas.