TOKIO. Onoda, que llevaba hospitalizado desde principios de mes, sorprendió a Japón con su inesperada aparición en 1974, cuando finalmente decidió abandonar su misión en la jungla y volver a su país.

El ex teniente del Ejército Imperial nipón fue enviado en 1944 como oficial de inteligencia a la isla filipina de Lubang, donde permaneció escondido los 29 años posteriores sin saber que el conflicto bélico había terminado y que Japón se había rendido.

Onada llegó a los 22 años a esa isla de Filipinas con la misión de introducirse en las líneas enemigas, llevar a cabo operaciones de vigilancia y sobrevivir de manera independiente hasta que recibiera nuevas órdenes, lo que hizo exactamente durante tres décadas.

Tras la rendición de Japón en 1945, el soldado siguió sirviendo a su país en la jungla, convencido de la guerra se seguía luchando.

Durante sus largos años en la selva de Lubang vivió de plátanos, mangos y el ganado que conseguía matar, escondiéndose de la Policía filipina y de las expediciones de japoneses que fueron en su busca, a los que confundía con espías enemigos.

En marzo de 1974, Onoda, que entonces tenía 52 años, recibió finalmente de un antiguo superior que se desplazó hasta la isla las instrucciones de que quedaba liberado de todas sus responsabilidades.

Un año después de su vuelta a Japón se mudó a Brasil, donde gestionó con éxito una granja, y en 1989, de vuelta en Japón, puso en marcha un campamento itinerante para jóvenes en los que impartía cursos sobre la vida en la naturaleza.

El dedicado y leal ex teniente relató su increíble aventura en el libro "No rendición: mi guerra de 30 años".

Según reveló hoy su familia, Onoda falleció en un hospital de la capital nipona por un problema de corazón, tras llevar en enfermo desde finales del año pasado, informó la agencia Kyodo.