Tacloban/Manila. Cuatro días después del paso del tifón Haiyan, que arrasó el centro de Filipinas, en la zona escasea el agua potable, la comida y los supervivientes no encuentran cobijo, en especial en la ciudad de Tacloban, capital de la isla de Leyte. Las provisiones llegan con cuentagotas a las provincias centrales de Samar, Layte y el norte de Cebú, las más afectadas por el paso de Haiyan -bautizado como Yolanda por las autoridades locales-, a pesar de que las agencias nacionales e internacionales han empezado a desplegarse en la zona. Sin embargo, ayer, aún no había llegado prácticamente nada de la ayuda a Tacloban, donde los cadáveres se descomponen en las calles y las autoridades temen que se declare una epidemia.
En la ciudad queda en pie apenas un 30% de los edificios, la mayoría en situación deplorable, y hay toneladas de desperdicios por las calles. Para velar por la seguridad, hay desplegados 500 soldados y agentes, al tiempo que cuatro vehículos blindados Simba patrullan la ciudad. La representante especial de la ONU para la reducción del riesgo por desastres, Margareta Wahlström, comparó ayer la gravedad y el nivel de devastación provocado por el paso del tifón Haiyan con la tragedia del tsunami en el océano Índico en 2004. "Es una tragedia comparable al tsunami de 2004, que cambió la aproximación hacia la prevención del riesgo de desastres", precisó ante la prensa en Ginebra Wahlström, quien indicó que el tifón Haiyan va a marcar igualmente "un punto de inflexión" en este sentido.
La ONU instó ayer a la comunidad internacional a enviar ayuda por valor de 224 millones de euros a Filipinas, donde centenares de miles de víctimas carecen de acceso a alimentos y agua. Las agencias del organismo multilateral llamaron a lograr esa cantidad para desarrollar la respuesta de emergencia durante seis meses en el país, mientras la jefa de ayuda humanitaria de las Naciones Unidas, Valerie Amos, pedía un mayor esfuerzo ante la magnitud de la devastación causada por el tifón. De momento, la comunidad internacional ha ofrecido unos 40 millones de euros en asistencia de emergencia, según informó el Departamento de Asuntos Exteriores filipino, que precisó que la ayuda incluye dinero, equipos médicos y de rescate, y material de primeros auxilios. Se trata de aportaciones procedentes de 28 países, varias organizaciones internacionales y la UE, que ayer anunció que ampliará su donación a 10 millones de euros que se destinarán a tareas de reconstrucción.
La OMS también se comprometió a enviar un cargamento de medicinas para cubrir las necesidades básicas de 120.000 personas durante un mes y suministros para 400 intervenciones quirúrgicas. Mientras, el portaaviones USS George Washington, flanqueado por otros barcos de la Armada de Estados Unidos, y el buque de guerra británico HMS Daring se dirigían ayer a Filipinas para socorrer a las víctimas. Los equipos de emergencia trabajan a contrarreloj en las regiones centrales del archipiélago arrasadas por el tifón y se afanan en las tareas de búsqueda de posibles supervivientes.
"Estos barcos y aviones podrán proveer asistencia humanitaria, ayuda médica necesaria así como las tareas de emergencia que lleva a cabo el Gobierno y el Ejército filipino", señaló el secretario de Defensa estadounidense, Chuck Hagele. Son muchos los ejecutivos que se han mostrado dispuestos a colaborar, como es el caso del vasco. El lehendakari Iñigo Urkullu envió una carta al embajador filipino para mostrar la disposición del Gobierno Vasco.
Víctimas Mientras tanto, el recuento oficial de muertos no deja de aumentar casi al mismo ritmo que la desesperación entre los supervivientes. Cuatro días después del paso del tifón, el Gobierno filipino cifró en 1.744 el número de muertos, aunque datos extraoficiales e informes de campo hablan de decenas de miles de fallecidos. Naciones Unidas, por su parte, estimó en más de 10.000 el número de víctimas mortales, una cifra que las autoridades locales de Tacloban estimaron el pasado domingo solo en esta localidad.
Cerca de 10 millones de filipinos se han visto afectados por los estragos creados por el tifón, de los cuales al menos 660.000 son desplazados, según el recuento del órgano gubernamental. La escasez de bienes de primera necesidad ha creado un clima de histeria entre los supervivientes que, hambrientos y sin nada que beber, deambulan por las carreteras de la región.
El portavoz de Defensa Civil, Reynaldo Balido, declaró que el restablecimiento del orden en Tacloban y otras áreas es una de las "principales prioridades", mientras la Policía Nacional y el Ejército ha enviado a la zona efectivos de refuerzo para asegurar la paz y el orden en toda la región.