nueva york

CON él nada es imposible. Y es que el demócrata elegido para dirigir la metrópolis más carismática de EEUU tiene un pasado de izquierdas que lo llevó incluso a visitar y defender la Nicaragua sandinista. Con su pelo canoso cuidadosamente cortado y su informal pero siempre pulcra vestimenta, poco en este hombre de 52 años recuerda al joven desgarbado de barba y melena que, en los años 80, se unió a un grupo de apoyo a la revolución sandinista en un EEUU que bajo Ronald Reagan financiaba a la Contra nicaragüense.

El entonces veinteañero De Blasio incluso viajó, a finales de la década, a Nicaragua a distribuir alimentos y medicinas. El nuevo alcalde nunca ha ocultado su pasado de izquierdas, que aunque más moderado -ahora se define como "progresista liberal"- sigue blandiendo y de hecho lo utilizó durante su campaña a la alcaldía. Pero en su biografía oficial no hay mención alguna a esa época, con un salto cualitativo desde el final de sus estudios universitarios a su primer empleo público, en el equipo del primer alcalde negro de la metrópolis, David Dinkins (1990-93). Como ayudante de Dinkins, siguió vinculado a Nicaragua un tiempo, entre otros como voluntario de la Red de Solidaridad con Nicaragua del Gran Nueva York. La revelación de este pasado de una izquierda a menudo demonizada en EEUU no fue bien recibida por muchos medios que también se hicieron eco de otros pecados imperdonables para los sectores más conservadores, como su luna de miel con su esposa afroamericana y también activista social, Chirlane, en La Habana en 1994. "Mi trabajo se basaba en intentar crear un mundo más justo e inclusivo" porque "tengo un deseo activo de mejorar la vida de la gente", dijo. Para cumplir ese deseo no tendrá más que asomarse a la ventana de su oficina en una de las ciudades más fascinantes y más desiguales del país.