NUEVA YORK. Los organizadores registrarán todas las bolsas que se lleven a cualquier sitio cercano a la carrera, los familiares de corredores que quieran acercarse a la línea de meta deberán pasar un control especial, y el alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg, ha asegurado que el despliegue policial será mayúsculo.

"El departamento de policía desplegará muchas medidas de seguridad, y la mayoría de ellas no serán visibles", indicó Bloomberg el martes en una rueda de prensa, en la que emplazó a los neoyorquinos a llamar al número telefónico de emergencias 911 si se percatan de cualquier actividad sospechosa.

A lo largo del recorrido del maratón se han ubicado cien cámaras móviles de vigilancia que la policía de Nueva York compró para la ocasión tras el atentado de Boston y que se añadirán a los centenares de agentes desplegados -uniformados y de paisano-, a los perros rastreadores, a los helicópteros que sobrevolarán la ciudad y a los barcos policiales que vigilarán desde los ríos.

También es esta la primera edición de la carrera después de que el año pasado se cancelase la edición de 2012 por el paso, seis días antes de la prueba, del huracán "Sandy", que inundó una quinta parte de la superficie de la ciudad, donde causó además 44 muertos y graves daños, efectos que todavía siguen siendo visibles en numerosas zonas.

Aunque la primera reacción del alcalde fue mantener el maratón -previsto para el día 4 de noviembre-, las críticas y la polémica que suscitó celebrar un acontecimiento de tal calado en una ciudad en la que muchos de sus habitantes seguían sin luz, transporte público y otros suministros esenciales, llevó finalmente a cancelar la carrera.

"Esta será una carrera cargada de significado. Correremos pensando en todos aquellos afectados por Sandy el año pasado, y nuestros corazones estarán con los afectados por las bombas de Boston", indicó a la cadena CNBC la consejera delegada de New York Road Runners, la organización responsable de la carrera, Mary Wittenberg.

El maratón de la ciudad de Nueva York, para el que se han registrado unos 48.000 corredores, es una de las citas anuales más importantes del atletismo y constituye una de las seis pruebas que configuran el Circuito Mundial de Grandes Maratones (WMM por sus siglas en inglés), junto a Berlín, Boston, Londres, Chicago y, desde 2013, Tokio.

En el apartado deportivo, el maratón neoyorquino contará, como es habitual, con una nómina selecta que esta vez incluye al campeón olímpico y mundial, el ugandés Stephen Kiprotich; al vencedor del maratón de Londres, el etíope Tsegaye Kebede, y al autor de las mejores marcas en Nueva York y Boston, el keniano Geoffrey Mutai, que ganó en 2011 con 2h05:06, récord actual.

También estarán en la salida el keniano Stanley Biwott, en posesión de una marca personal de 2h05:12, y su compatriota Martin Lel, una vez recuperado de sus lesiones, que con 35 años regresa a la carrera que ha ganado las dos veces que ha participado (2003 y 2007).

Tanto en categoría masculina como en la femenina, además de los 100.000 dólares y la gloria del triunfo, el maratón neoyorquino pone en juego el título del WMM, que lleva aparejado un cheque de medio millón de dólares al campeón, una vez contabilizados los resultados de las seis carreras.

Una victoria de Kebede -líder con 65 puntos- o de Kiprotich -tercero con 50- les reportaría el suculento premio total de 600.000 dólares.

En categoría femenina, y compitiendo por igual premio, las favoritas son las kenianas Edna Kiplagat, doble campeona mundial, y Priscah Jeptoo, actual subcampeona olímpica y ganadora, este año, en Londres, así como las etíopes Firehiwot Dado y Bezunesh Deba, y la italiana Valeria Straneo, Este será también el último maratón para el español Chema Martínez, quien a sus 42 años cerrará mañana su carrera con 23 pruebas.