Ciudad de México. Enrique Peña Nieto se atrevió ayer a tocar a la "vaca sagrada" de México y presentó al Congreso una reforma constitucional para abrir el sector energético al capital privado, un tema vedado en 75 años de monopolio estatal. Durante décadas, en actos oficiales y marchas sindicales la consigna en México ha sido "el petróleo es de los mexicanos" y "no a la privatización de Petróleos Mexicanos", un gigante víctima de ineficiencia, falta de recursos y corrupción.
Petróleo es sinónimo de soberanía en México, más que cualquier otro símbolo nacional. Cada 18 de marzo se celebra con una gran ceremonia el aniversario de la nacionalización petrolera de 1938, decretada por el popular Lázaro Cárdenas. Ahora, en una iniciativa clave con la que busca modernizar el sector y detonar el crecimiento económico, Peña Nieto ha propuesto al Congreso que, sin privatizar Pemex, se puedan celebrar "contratos de utilidad compartida" en materia petrolera con el capital privado, además de aumentar la participación privada en generación eléctrica. En el anuncio, esta vez no estuvieron presentes los miembros de la oposición. Señal de que cada uno tiene su propia postura y está listo para defenderla.
A diferencia de otros acuerdos, negociados en el marco del Pacto por México y presentados en conjunto, los tres mayores partidos políticos han decidido presentar por separado sus propuestas. "No estamos de acuerdo con que se modifique ningún artículo de la Constitución", advirtió el líder de izquierda Jesús Zambrano. En cambio, el PAN, el anterior partido gobernante, quiere abrir de par en par el sector al capital privado y ha presentado su propia propuesta. El tema se complica, y es que el oficialista PRI necesita de otros partidos para sacar adelante la reforma.