UN grupo de hombres, pueden ser decenas o cientos, rodean a una mujer, le quitan la ropa y la manosean por todo su cuerpo. En muchas ocasiones, la agresión incluye en violación y, en algunos casos, son utilizados objetos que dejan gravemente heridas a las víctimas. Esto es lo que ha venido sucediendo de forma sistemática en la plaza cairota de Tahrir en los días de manifestaciones multitudinarias. Los egipcios han abarrotado de nuevo en las últimas semanas la simbólica plaza, epicentro de la revolución egipcia, y, con ello, han vuelto las denuncias de agresiones sexuales de decenas de mujeres egipcias y extranjeras. "Se trata de crímenes graves que impiden a las mujeres participar en la vida pública en un momento tan clave como la evolución del país", denuncia Human Rights Watch.
La Operación contra la Agresión y el Acoso (OpAntiSH), una organización civil egipcia que ha puesto a disposición una línea telefónica para ayudar a las víctimas y que busca intervenir para detener o prevenir los ataques, registró en los días previos a la caída del Gobierno islamista de Mohamed Mursi hasta 88 denuncias: 46 casos el 30 de junio, 17 el 1 de julio y 25 el 2 de julio. Según un voluntario del grupo, una de las víctimas necesitó cirugía después de haber sido violada con "un objeto punzante". Amnistía Internacional cree, sin embargo, que la verdadera cifra es mayor, ya que no todas las víctimas piden ayuda al grupo.
Ante la repetición de casos como estos, se ha creado también el grupo Guardaespaldas de Tahrir, hombres que patrullan vestidos con chalecos reflectantes la plaza cairota y que intervienen cuando una mujer está siendo agredida. Sus voluntarios también forman muros de contención alrededor de los grupos de mujeres en Tahrir para prevenir los asaltos. Pero, desgraciadamente, es frecuente que los voluntarios o acompañantes de las mujeres sean golpeados y apartados de estas por las turbas enardecidas.
Fue el caso de la periodista Lara Logan, del canal estadounidense CBS, violada en la plaza mientras la multitud celebraba la caída de Hosni Mubarak. En una entrevista posterior, la corresponsal narró cómo unos "200 o 300 hombres" la separaron de su camarógrafo, su productor, dos chóferes, un guardaespaldas y varios compañeros de profesión egipcios durante 25 minutos. "Durante un largo rato me violaron con las manos", denunció. "Verdaderamente gozaban con mi dolor", agregó. Logan, que fue rescatada por varios civiles y soldados, quiso contar su historia para denunciar la realidad a la que se enfrentan las manifestantes egipcias durante las protestas.
Lo mismo le ocurrió a una periodista holandesa el pasado 28 de junio, quien tuvo que ser intervenida de urgencia en el hospital. En las manifestaciones de noviembre y diciembre del año pasado contra la reforma constitucional de Mursi, la corresponsal francesa Sonia Dridi denunció también una agresión en Tahrir. "Me agarraron de todos lados. No me di cuenta hasta más tarde de que llevaba abierta la camisa y gracias al cinturón mantuve los pantalones puestos", relató la periodista. Las agresiones sexuales se han repetido una y otra vez en las multitudinarias manifestaciones desde la caída de Mubarak, y la inmensa mayoría de las víctimas no son periodistas extranjeras que pueden denunciar sus casos ante las cámaras. "Me rodearon varios hombres, movían sus manos por todo mi cuerpo, violaban todo mi cuerpo. Estaba aterrorizada y solo podía gritar", relata una de las víctimas de Tahrir, Hania Moheed, en un vídeo divulgado por HRW.
"Desde noviembre de 2011, la policía se ha mantenido al margen de la plaza durante las protestas para evitar enfrentamientos con los manifestantes. Esto ha dejado totalmente desprotegidas a las mujeres que participan en las manifestaciones, mientras tanto, los hombres involucrado en los ataques y violaciones tienen la certeza de que no van a ser detenidos o mucho menos identificados por la policía", explica la organización de derechos humanos.
La violencia sexual contra las mujeres ha adquirido dimensiones "espantosas" en los últimos dos años, revela HRW. Mientras, las autoridades egipcias, de todo signo, son omisas y los agresores se sienten intocables. Siete víctimas de agresiones sexuales en los alrededores de la plaza Tahrir durante las protestas de noviembre de 2012 y de enero de 2013 presentaron denuncia ante la fiscalía en marzo. Aunque se abrieron investigaciones, estas se han estancado y no se ha exigido responsabilidades a nadie por los hechos. "Esta actitud despectiva, junto con los intentos de justificar las agresiones, no hace sino reforzar actitudes muy arraigadas en la sociedad que ponen en peligro la vida de las mujeres", denuncia Amnistía Internacional. "El espacio no les pertenece. Los hombres lo controlan y eso ratifica el rol opresivo de los hombres en la sociedad", concluye Lara Logan.