LA crisis del euro ha puesto a Grecia al borde de un abismo difícil de imaginar hace apenas cuatro años y al euroescéptico del club, a Reino Unido, más lejos que nunca del corazón de Europa y a las puertas de un referéndum que, si se mantienen los planes de su primer ministro, David Cameron, podría ser convocado antes de 2018. Pese a estos y otros nubarrones que acechan al proyecto europeo, hay países que siguen soñando con convertirse en parte de la Unión Europea (UE). Un club al que se incorporará el próximo 1 de julio, tras diez años de espera, Croacia, que se convertirá así en el socio número 28 en la que será la séptima ampliación de la UE.

"Es mejor ser parte del club que mantenerse aislado, incluso cuando el club tiene problemas como en este momento", aseguraba recientemente el primer ministro croata, Zoran Milanovic, sobre una crisis que ha puesto en cuestión la viabilidad del euro y la sostenibilidad de buena parte de las economías del sur. "Durante diez años recibiremos de Bruselas el doble del dinero del que tendremos que pagar. Tendremos toda una generación de tiempo para alcanzar al resto de Europa", aseguró Milanovic. Tiempo y dinero para intentar mejorar unas cifras que sitúan a Croacia, un país con 4,4 millones habitantes, en la senda de los países del sur, con una tasa de paro inferior a la española, pero que ronda el 19%; una economía en recesión, con una contracción prevista para este año por la Comisión del 1,9%; un déficit fiscal que sigue aumentando y una deuda pública que, como en el caso de otros socios europeos, está en aumento y alcanzará el 56% en 2013, por debajo del límite que establecen las normas europeas.

"Se parece mucho a los antiguos estados del sur no solo en lo positivo sino también en lo negativo. Se toma el Estado de derecho más en serio que los nuevos socios, pero el estado de su economía se parece más a la periferia del sur que a los virtuosos calvinistas del norte", valoraba recientemente Dimitar Bechvev, experto del European Council on Foreign Relations, un think tank paneuropeo dedicado a investigar e informar sobre Europa.

Croacia solicitó oficialmente su adhesión a la Unión Europea el 21 de febrero de 2003. En octubre de 2004 obtuvo el estatus de país candidato. Comenzó a negociar su incorporación un año después, varios meses más tarde de lo previsto debido a la falta de cooperación con la corte de La Haya. Firmó el tratado de adhesión en 2011 y en enero del año pasado celebró un referéndum en el que el 66% de los votantes, aunque con apenas un 44% de participación, dijeron sí a la UE.

Obstáculos Un camino largo y complicado en el que Croacia se ha topado con muchos obstáculos debido a la falta de cooperación que durante años hubo con el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, requisito esencial exigido por la UE, las diferencias fronterizas con Eslovenia y la falta de avances en materia de lucha contra la corrupción. "Su adhesión es el resultado de un largo y riguroso proceso bajo una estricta condicionalidad. Croacia llega a la Unión Europea mejor preparado que muchos otros países candidatos", reconocía el comisario de ampliación, Steffan Fülle, el día en que la Comisión Europea daba luz verde definitiva a su último informe de evaluación.

Según este examen, todas las medidas preparatorias administrativas necesarias para acoger en Bruselas a este nuevo socio -la segunda república ex yugoslava en unirse al club- están en marcha: desde las escuelas europeas hasta los servicios de traducción e interpretación. "Pocos se dan cuenta de cuánto trabajo hay detrás de un país que se une a la UE, pero tenemos mucha práctica después de veinte años", valoraba el también comisario Maros Sefcovic. Una experiencia ganada a costa de errores como el que llevó a aceptar la adhesión de Bulgaria y Rumanía sin que estos dos socios cumpliesen todos los requisitos técnicos para acceder al club, especialmente en materia de lucha contra la muy presente corrupción. Tras esa decisión, los dirigentes europeos optaron por echar el freno y endurecer las condiciones de acceso, lo que ha llevado a Zagreb a vivir con la incertidumbre durante casi una década.

Avances El último examen constata avances, especialmente en ámbitos como la privatización de astilleros y ayudas públicas, pero advierte de que la adhesión debe ser vista como un "incentivo" para continuar con unas reformas que aún deben proseguir en ámbitos como el estado de derecho y la lucha contra la corrupción, las asignaturas en las que siguen sacando peor nota. El informe reconoce mejorías a la hora de garantizar un sistema judicial más independiente y fuerte y la creación de un marco adecuado para la supresión de la corrupción, con un código penal que entró en vigor en enero pasado y que aumentará las penas para los condenados. Pero también recuerda que sigue habiendo un nivel de sentencias muy bajo en torno al crimen organizado y la corrupción, que en muchas ocasiones se suspenden sentencias ya pronunciadas y que es necesario hacer más para luchar contra un mal que afecta mucho a la esfera local. "Se necesitan sentencias efectivas y disuasorias en casos de corrupción y crimen organizado para evitar que haya un clima de impunidad", advierte la Comisión.

De momento Zagreb parece dispuesta a enmendarse y recuperar el tiempo perdido. De hecho, Croacia es el único país europeo que ha visto caer a todo un primer ministro a causa de la corrupción. El exmandatario Ivo Sanader, que dirigió el país entre 2003 y 2009, fue condenado en noviembre pasado a diez años de cárcel por aceptar un soborno de 10 millones de euros del consorcio húngaro de hidrocarburos MOL y por recibir de un banco austríaco medio millón de euros a mediados de los 90, cuando era viceministro de Exteriores.