vitoria. Juan María Laboa (Pasaia 1939), licenciado en Filosofía y en Teología y doctor en Historia de la Iglesia por la Universidad Gregoriana de Roma y autor de Historia de los papas, (Esfera de los Libros) conoce de primera mano la autoridad de los pontífices y sus pasiones por el poder.
Ha sorprendido a todo el mundo que sea un Papa jesuita; una compañía que históricamente ha estado enfrentada con el Vaticano y que ahora pasa a presidir la Iglesia.
Los jesuitas han sido una de las fuerzas más sólidas de apoyo al Vaticano en toda la Historia. No es que haya habido conflictos, lo que ha existido es distintas maneras de ver las cosas, sobre todo en tiempos de Juan Pablo II y cuando el general de la compañía era un paisano nuestro, el padre Pedro Arrupe. Entonces hubo puntos de vista divergentes sobre la presencia en América Latina. Allí, los jesuitas eran, junto con otro paisano, Ignacio Ellacuría, más activos y más beligerantes. Pero el resto de la compañía ha estado en buena sintonía con el Vaticano.
Los rifirrafes fueron notorios.
Ellos mismos, Ellacuría y los más afines a la Teología de la Liberación me refiero, no tuvieron ningún enfrentamiento con el Papa sino que defendieron una presencia en esos países latinoamericanos, en concreto en El Salvador, que la curia romana pensaba que no era la mejor. Hubo distintos criterios y el tema se zanjó. Sin embargo, la compañía siempre ha sido un apoyo fuerte para el pontificado. La diferencia radica en que no ha habido nunca un Papa jesuita, entre otras cosas porque ha habido muy pocos cardenales jesuitas. Aunque sí dominicos, franciscanos...
¿Y por qué no jesuitas?
Históricamente hubo un tal Juan de Lugo que llegó a ser cardenal y ascendió a las más altas instancias de la jerarquía eclesiástica. También Belarmino, un eclesiástico muy famoso en el plano intelectual... Y la Compañía de Jesús cuenta a día de hoy con seis cardenales. De ellos, por edad, solo dos eran electores, el propio Bergoglio y el indonesio Julius Darmaatmadja. Ahora se le ha elegido a él, no por ser jesuita. Yo creo que ha sido designado porque la América hispana y portuguesa tiene un peso muy importante para el catolicismo, atraviesan un momento muy difícil y es fácil que hayan pensado en un cardenal hispano respetado.
¿Es el revulsivo que necesitaba la Iglesia en unos momentos tan agitados para la institución?
Viene de un continente con graves problemas sociales e incluso con una presencia discutida de la Iglesia porque actúan multitud de sectas con mucho dinero de Norteamérica. Y hay muchos católicos que se están pasando a estas sectas. Él es un experto en eso y se enfrenta a retos fortísimos. Partiendo de esa mentalidad no europea, sí puede ser un revulsivo porque hay que alejarse de esta Iglesia tan eurocentrista. No es lo mismo un Papa europeo, muy acostumbrado a estos ambientes vaticanistas, que uno latinoamericano y, no digamos nada, si hubiera sido uno asiático.
¿Será capaz de 'meter mano' en la curia?
En la curia, el Papa es la autoridad suprema. O sea que puede cambiar a todos y hacer lo que quiera. Pero en todos los lugares donde hay mucho poder, ya sea el ámbito político, social o cultural... hay dificultades. Y en la Iglesia también. Para gobernar a casi 1.200 millones de católicos hace falta una estructura muy grande y la complicación de manejar eso será importante.
El cónclave parece decepcionante, ha revelado demasiados paralelismos con el anterior.
Eso pasa en todos los sitios, muchos gobernantes suelen estar en el poder 20 o 30 años. Que Bergoglio fuera candidato entonces y le hayan votado también ahora, es curioso, pero no extraño. Está claro que es un hombre que seguía siendo respetado por los cardenales y pensaban que era decisiva su procedencia de Latinoamérica, un continente muy potente que atraviesa problemas más graves que hace ocho años.
Su primera comparecencia pública ha sido una muestra de humildad.
La presentación fue muy bonita. Para empezar sin nada de teatro. Se presentó de manera sencilla, en las apariencias, en los gestos. Con una cruz que es de los misioneros, sin plata, sin oro, sin nada. Es un signo. Habló con una sencillez tremenda, empezó rezando con toda la gente, que es un gesto muy bonito.
¿Se avecina un giro reformista, alejándose de ese conservadurismo que caracterizó a Ratzinger?
El Papa Francisco trabajará por cambiar, por renovar y por mejorar. Pero yo no tengo nunca tanta confianza en uno solo que manda si la gente no está dispuesta a cambiar. Hay que ver cuántos en la Iglesia son de esa tendencia.
¿Hay que confiar en que veamos próximamente la ordenación de mujeres, de personas casadas...?
La Iglesia no es una sociedad anónima, es un colectivo religioso. Su preocupación irá dirigida a que haya más justicia, menos pobreza, más solidaridad y más caridad. Eso es lo que hay que pedir. Su objetivo fundamental no es que se consigan derechos que, a los demás, nos pueden parecer más o menos importantes, existiendo tantos millones de personas excluidas, que se mueren de hambre, a las que no se les escucha. En ese sentido, sí creo que puede hacer muchas cosas.
Como conocedor de anteriores pontífices, ¿éste se va a significar por algo especial?
Yo no soy mal historiador, pero como profeta soy muy malo. Así que no sé por lo que va a pasar a la Historia. En la colina vaticana han vivido papas santos -como León I el Magno, que se enfrentó a Atila-, reformadores -Gregorio VII fue el gran defensor de la independencia de la Iglesia frente al poder laico-, guerreros -Urbano II convocó la primera cruzada-, mecenas de las artes como Julio II al que se debe la decoración de la Capilla Sixtina? pero también papas considerados herejes o nepotistas. Este no sé como será. Me encanta por el hecho de que sea americano. Dentro de diez años, si charlamos usted y yo, seguro que comentamos cosas muy sabrosas.
¡Diez años! Es usted muy optimista, Bergoglio no es precisamente una joven promesa.
Sí me ha sorprendido también que sea tan mayor porque se pensaba que, después de Juan Pablo II y Benedicto XVI, se iba a elegir a un Papa mucho más joven. Pero pongo esa barrera de los diez años porque, aunque haya fallecido, podremos analizar su papado y estudiar cómo ha hecho las cosas.