El nuevo Papa, tras la bendición Urbi et Orbi y la misa solemne en la basílica de San Pedro del día 19 debe asumir otro cargo inherente al papado; el de Obispo de Roma y para ello deberá tomar posesión de su diócesis romana dentro de su catedral, -que no es la de San Pedro, que está en otro Estado, el del Vaticano y cuyo ámbito es el de toda la cristiandad-. La catedral romana es la de San Juan de Letrán, omnium urbis et orbis ecclesiarum mater et capu (madre y cabeza de todas las iglesias del mundo y de la ciudad).
A los pocos días de ser elegido, el nuevo Pontífice debe tomar posesión y presentarse a los fieles y clero de la capital italiana. Antiguamente, el recién elegido Papa entraba en la catedral encabezando una procesión que había partido desde el Vaticano, pero que hace tiempo ya no se realiza. No obstante, la ceremonia sigue siendo muy seguida por los romanos, que la consideran propia y más cercana. En la basílica, el Papa debe presentar el certificado de su elección y de su aceptación como nuevo pontífice que suele ser seguido por la celebración de la eucaristía.
Antiguamente, una vez elegido el nuvo Papa, se procedía a una ceremonia denominada coronación, algo que ya no contempla la nueva constitución vaticana Universi Dominice Gregis, promulgada por Juan Pablo II, ya que en el capítulo VII, en el artículo 92, señala literalmente: "El Pontífice, después de la solemne ceremonia de inauguración del pontificado y dentro de un tiempo conveniente, tomará posesión de la Patriarcal Archibasílica Lateranense (San Juan de Letrán), según el rito establecido". Sin que aluda en ningún momento a la coronación, sino a la 'inauguración del pontificado'.
a hombros y con tiara de oro En esta ceremonia el Papa portaba una tiara de oro y era paseado a hombros por la basílica de San Pedro, sentado en un trono. El último que fue coronado fue Pablo VI, aunque a los pocos días decidió dejar de lado la tiara papal para colocarse la suya. Fue Juan Pablo I, el primer Papa que renunció a la ceremonia de coronación y desde ahí no se ha vuelto a repetir.
Lo que sí debe realizar el recién elegido cabeza visíble de la Iglesia, es nombrar a los encargados de dirigir los diversos ámbitos, algo así como 'ministros', al secretario de Estado y al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio o Santa Inquisición).
reunión con Benedicto XVI Un sinfín de nombramientos esperan al sucesor de Pedro en sus primeros días de mandato, pero entre toda su frenética actividad hay un momento que sobresale sobre todos. Una vez asumida su condición deberá reunirse con su antecesor para, entre otras cosas, recibir el informe encargado por Bnedicto XVI sobre el escándalo VatiLeaks sobre el que tantos ríos de tinta han corrido. Su estudio y la adopcción de las medidas que, a raíz de su lectura, considere convenientes, marcarán el inicio de su pontificado como el Papa que ocupará en la historia en número 266.