madrid. "Si Occidente no hace nada, se harán más fuertes y éste no es un problema sólo de Malí, sino que va a continuar por Senegal, Burkina, Ghana, etcétera..., y luego puede pasar a Europa y a América", enfatiza a DNA Modibo Balo, maliense que está temporalmente en Madrid y que hace 20 días se encontraba en Segou, su localidad natal, cercana a la capital de la nación del Noroeste africano, Bamako. "La ONU debe ayudar más a Malí para sacar a los terroristas de nuestro país, reforzar la seguridad y que podamos organizar elecciones", añade, opinando que la Unión Africana está interesada en que "este problema termine".
Amnistía Internacional viene denunciando que la población civil maliense está sufriendo "violaciones de Derechos Humanos por todas las partes del conflicto", con "graves violaciones" por parte del "ejército de Malí, vulnerando el derecho internacional humanitario durante el conflicto en curso contra grupos armados en el país, incluidas ejecuciones extrajudiciales de civiles", según los datos recogidos por la organización humanitaria durante una visita de diez días a ese Estado de África Occidental, advirtió a primeros de febrero.
Así lo ratifica Modibo, quien confirma la existencia de niños-soldado en Malí, entre otras tropelías. Hay que recordar que la rebelión tuareg se ha ido pervirtiendo con grupos de carácter yihadista, sectario, Al Qaeda... que combaten contra la alianza franco-maliense. La parte más castigada es el Norte de Malí, como advierte Modibo. Lo encontramos tocando la cora, instrumento típico maliense, en el pequeño stand de su país en la feria Fitur. Un jefe de su pueblo le encomendó que, en su estancia con un permiso visa de tres meses en el Estado español, intentara recabar ayuda europea para Malí. Así, Modibo mostró en la potente feria del turismo los instrumentos que hace a mano, pero aprovechó la afluencia de público internacional para, envuelto en su túnica autóctona y un gorro con incrustaciones de ámbar, denunciar la gravedad de lo que está pasando en su país.
"Segou está muy cerca de Djabaly, adonde vinieron los terroristas para quitar los animales a sus habitantes, porque tenían hambre, tras los enfrentamientos con tropas francesas", relata este guía turístico de 32 años, que últimamente no ha podido ejercer su profesión debido a la crisis que atraviesa Malí, y que vadea la situación fabricando instrumentos tradicionales malienses como el djembe, el balafon, la cora, etc., expuestos exóticamente en Fitur. "Malí era muy pacífico, un buen país, y la gente acudía a clase normalmente. Ahora todo se ha complicado. Los niños no pueden ir al colegio, algunos mueren porque las medicinas no llegan a los hospitales. La gente apenas puede comer, ni trabajar, y las grandes empresas han cerrado sus edificios. Mucha gente del Norte ha venido al Sur, donde la vida se ha complicado. Los rebeldes llegaron de Djabaly, tras los combates, y quitaron los animales a sus propietarios. Mucha gente está muriendo", describe con preocupación este alto joven de mirada inteligente.
A Modibo le habría gustado estar más meses en el Estado, pero deberá volver el 18 de abril a Malí. "Mi hermana está todavía allí, en Djabaly. Tengo al resto de mi familia allí y les llamo a diario para tener noticias". Narra que cuando los rebeldes llegaron a Djabaly, junto a Niono y Segou, "estuvimos en peligro. Mi hermana vivía en Niono y estaba muy asustada. Los rebeldes son muy peligrosos", describe.