Jerusalén/Gaza. Tel Aviv, pocas horas antes de la fiesta judía del Sabat. Suenan las sirenas en toda la ciudad. Los habitantes tienen menos de un minuto para buscar refugio antes de que, posiblemente, impacte un cohete lanzado desde la franja de Gaza. Poco después, lo hacen también en Jerusalén y un cohete cae en las afueras de la ciudad santa. Es el primero que ha alcanzado el área de Jerusalén desde 1970, por lo que la respuesta de Israel se espera contundente. Los analistas locales consideran la caída de cohetes en las cercanías de Tel Aviv y la ciudad santa los últimos dos días como la puerta a una ofensiva aérea mayor sobre Gaza y en pocos días, el inicio de una operación terrestre.
Refuerza esta teoría el hecho de que el Gobierno de Benjamin Netanyahu diera ayer luz verde a la movilización de 75.000 reservistas -cifra que supera a los que se movilizaron durante la guerra con Hezbolá en 2006 y durante la Operación Plomo Fundido de 2008-2009-. El Ejército presentó la petición tras valorar que no será suficiente con los bombardeos aéreos para "imponer" al Hamás un alto el fuego duradero, según explicó el comentarista militar Alón Ben David.
El canal 10 de la televisión israelí informó de que hasta el momento habían sido movilizados alrededor de 20.000, pero que se esperaba la llegada de miles de tropas hasta hoy. Una soldado aseguró a la agencia Efe que "bases enteras han quedado vacías" para desplazar fuerzas a la frontera con Gaza, uno de los territorios más densamente poblados del planeta, en el que viven 1,5 millones de palestinos. Asimismo, la agencia AFP señalaba que Israel había ordenado bloquear todas las rutas principales alrededor de la franja de Gaza e impedir el tráfico civil. Mientras, en la franja palestina, la situación es ya desesperada.
Las bombas israelíes caen sin cesar y sus ciudadanos no se atreven a salir a las calles. Pero las bombas alcanzan también sus viviendas, como le ocurrió a Jihad Misharawi, un fotógrafo y editor de vídeo del canal británico BBC. La noche del miércoles, la metralla de un ataque israelí alcanzó su casa, provocando la muerte de su cuñada y su bebé de diez meses, e hiriendo a su otro hijo y a su hermano.
El Ejército israelí ha atacado alrededor de 600 objetivos en la franja palestina desde que comenzó la operación Pilar Defensivo el miércoles, según su propio recuento, al tiempo que los cohetes de los grupos palestinos suman 550 -uno de ellos impactó anoche en la colonia de Gush Etzion, situada al suroeste de Jerusalén, que se encuentra a 65 km de distancia de la franja-. El brazo armado de Hamás, las Brigadas Ezedin el Kasam, reivindicó en un breve comunicado el lanzamiento del cohete contra la ciudad santa y dijo que se trataba de un Qasam M-75, conocido en el argot militar como Fajr, de fabricación iraní. Los ataques mutuos se suceden continuamente, y a un lado y el otro de la frontera la gente está atemorizada.
En Gaza, las víctimas mortales ascendían a 28 entre milicianos y civiles mientras que los heridos son ya 250. En uno de los bombardeos, Israel mató a Ahmed Abu Yalal, uno de los líderes de las Brigadas de Azedin Al Kassem, a dos de sus hermanos y a un vecino. Mientras, tres civiles israelíes fallecieron el pasado jueves en el sur del país.
Votación en la ONU y elecciones La nueva ofensiva israelí en la franja de Gaza se produce dos semanas antes de que el presidente palestino, Mahmud Abbas, se dirija a la Asamblea General de la ONU para que Palestina sea reconocida como Estado observador de la organización. Es por ello que la ofensiva israelí es vista por algunos como un intento de desviar la atención sobre este tema. "Insistimos en ir a Naciones Unidas sean cuales sean las circunstancias", señaló ayer Abbas en una declaración al inicio de una reunión de urgencia del liderazgo palestino. El mandatario palestino aseguró que "todo lo que Israel está haciendo tiene como objetivo bloquear nuestro empeño en ir a Naciones Unidas" y se mostró dispuesto a continuar con sus planes.
Además, la ofensiva tiene lugar a las puertas de la campaña electoral para las elecciones israelíes del 22 de enero, que va a quedar dominada inevitablemente por la seguridad. ¿Por qué ahora? ¿No se habría podido llevar a cabo con anterioridad o posterioridad el asesinato del comandante militar de Hamás? Y, por último, si a lo largo de la legislatura de Natanyahu, Israel ha sufrido numerosas rondas de ataques procedentes de Gaza y no ha respondido con una contundente ofensiva, ¿por qué en esta ocasión sí? Estas son preguntas que se hacen ahora los analistas.
No es la primera vez que Israel se embarca en una campaña de estas características a pocas semanas de las elecciones, 67 días en esta caso. Son inevitables, pues, las similitudes con el cronograma Operación Plomo Fundido, que se produjo 45 días antes de las elecciones de 2009, también en respuesta al continuo disparo de cohetes desde Gaza. Los dirigentes israelíes insisten en que la situación actual obligaba al Gobierno a responder tras la intensificación de los ataques de las milicias palestinas. Pero a los analistas no se les escapa que en tiempos de guerra los israelíes suelen votar de manera más visceral que reflexiva y lo hacen por partidos "halcones", que prometen o llevan a cabo duras respuestas contra el enemigo.
La campaña electoral iba a arrancar en las próximas semanas con temas novedosos en agenda como la lucha por la justicia social y la carestía de la vida, de la que el Partido Laborista se había erigido en abanderado. Pero parece ser que, de momento, todo quedará en agua de borrajas, pues la campaña se ralentizará mientras continúe la ofensiva. A priori, parece que los réditos políticos con este primer golpe a Hamás benefician a Netanyahu y a Barak. Precisamente, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, acusó al Gobierno israelí de actuar por razones electoralistas.
"Turquía está con nuestros hermanos en Gaza y con la legítima causa del pueblo. Mi intención es hablar esta noche con Obama para comunicarle esto personalmente", manifestó Erdogan. Por su parte, el ministro de Exteriores tunecino, Rafik Abdelsalam, viajará hoy a la franja de Gaza para "mostrar su apoyo y solidaridad con el pueblo palestino", después de que ayer lo hiciera el primer ministro egipcio, Hisham Qandil.
Ante la cada vez más preocupante escalada de la violencia, La Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) y otras diez organizaciones humanitarias pidieron ayer a la comunidad internacional que intervenga para evitar más daño a la población civil. "Es imperativo que la comunidad internacional intervenga para restaurar el orden y la ley y prevenir más daños a la población civil en ambas partes", indicó la FIDH.