Beirut. El atentado contra el jefe de los servicios secretos libaneses Wissam Al Hasan el pasado viernes despertó ayer amargos recuerdos en Líbano. En el día de la ira, los libaneses descargaron ayer su dolor en Beirut en forma de disturbios. Tras el inicio de las protestas, el ex presidente Saad Hariri, el principal líder del grupo, pidió a sus seguidores que abandonaran las calles "inmediatamente". El asesinato de Al Hasan despertó los miedos de un regreso de la serie de asesinatos políticos que asolaron Líbano entre 2005 y 2008. Al Hasan fue enterrado ayer junto al ex primer ministro Rafik Hariri, asesinado en otro atentado con coche bomba en 2005, del que también se acusó a Siria. Tras el mismo, las fuerzas sirias se retiraron del país poniendo fin a 30 años de presencia militar.
La ceremonia del funeral de Al Hasan tuvo lugar en la sede de la policía de Beirut y después su ataúd y el de su guardaespaldas fueron trasladados a la mezquita Al Amin en el centro de la ciudad, donde se reunieron miles de personas para darles el último adiós. Mikati, el presidente Michel Suleiman y varios ministros estuvieron presentes en la ceremonia oficial, así como la mujer y los hijos de Al Hasan, que viajaron desde Francia para los funerales. En un discurso para recordar al fallecido, Suleiman dijo que su institución fue castigada con su asesinato porque "había logrado demasiado, incluyendo el descubrimiento de planes de ataques con bomba".
Al Hasan encabezó una investigación que llevó al arresto del ex ministro de Información Michel Semaha, un político cristiano con estrechos vínculos con Damasco, acusado de planear ataques en Líbano por orden de Damasco para desatar la violencia sectaria.
A los funerales llegaron miles de personas: mujeres, hombres y niños acudían portando banderas libanesas a la Plaza de los Mártires, en el corazón de Beirut, para participar en el entierro del jefe de los servicios secretos. En el mismo lugar hace siete años se produjeron también manifestaciones masivas, cuando se enterró al también asesinado ex primer ministro Rafik Hariri. El general Al Hasan era en 2005 su jefe de seguridad. Ahora las sepulturas de los dos enemigos de Siria están juntas.
"Queremos la dimisión de este gobierno sirio", exigían los manifestantes del movimiento antisirio 14 de Marzo. Muchos de ellos vestían de negro y portaban imágenes de los dos muertos. Los seguidores de la oposición ven tras los atentados contra Al Hasan y Hariri al régimen de Damasco y al movimiento chiita Hizbollah, que apoya el actual gobierno libanés del primer ministro Nayib Mikati. "Al Hasan estaba muy arriba en la lista negra", cree el ex ministro Marwan Hamadeh, que sobrevivió a un atentado en 2004. Como Día de la ira bautizaron su protesta. "Vengaremos el asesinato de Al Hasan", gritaban los participantes ante un gran despliegue de las fuerzas de seguridad, lo que no pudo evitar que a media tarde escalara la situación, cuando cientos de personas intentaron asaltar la sede del gobierno. Los soldados protegieron el edificio con tanques e incluso se produjeron disparos.
Los presentes también enarbolaron fotos de Al Hasan y de Rafic Hariri, otras de Mikati con el lema Vete y una en la que se veía al primer ministro junto al jefe del grupo chií Hizbulá, el jeque Hasan Nasralá, con la inscripción Tenéis sangre en las manos.
"una nueva revolución" "Cuando Hariri fue asesinado convocamos nuestra revolución de los cedros", señaló un manifestante a dpa. "Hoy -por ayer- hemos venido por una nueva guerra contra Siria". Tras las protestas masivas desencadenadas tras el atentado con bomba contra Hariri en febrero de 2005, Siria retiró sus últimas tropas del vecino Líbano. El diputado Sami Gemayel, del partido falangista cristiano, ya ve una confrontación abierta entre ambos países. "Es una batalla entre los ciudadanos libres de Líbano y un poder extranjero que viola su soberanía y unidad", dijo Gemayel, cuyo hermano también fue asesinado en 2006. Y mientras en la tumba de Al Hasan se despositaban coronas blancas, los presentes no sólo recordaban el día en que murió Hariri. A muchos les llegaron reminiscencias de los años entre 1975 y 1990, cuando el país se vio inmerso en una dura guerra civil.
Y es que la amenaza de un contagio de la crisis siria planea sobre este país desde hace meses, y estos temores se han incrementado tras el asesinato de Al Hasan.
Antes del funeral, se celebró una ceremonia militar durante la cual el presidente, Michel Suleiman, otorgó a título póstumo a Al Hasan la insignia de la Orden Nacional del Cedro."Su asesinato está dirigido contra el Estado libanés y, por ello, todas las instituciones de seguridad, políticas y judiciales deben unirse para salvaguardar al Líbano", dijo Suleiman.
Entretanto, carreteras y rutas siguen bloqueadas en varias zonas del país por grupos de manifestantes y se registraron incidentes en la ciudad septentrional de Trípoli, escenario frecuente de disturbios.