Jerusalén.Los partidos políticos palestinos presentaron ayer sus listas para las elecciones municipales cisjordanas, que se celebrarán el día 20 de octubre. Son los primeros comicios que se celebran desde 2006 y llegan en un momento clave; a 18 días de que Abbas pida en Naciones Unidas el status de estado observador para Palestina, Hamás insiste en boicotear las elecciones y no permitir su celebración en Gaza, subrayando la desunión territorial, mientras que en la calle las crecientes manifestaciones de la población contra el alto costo de la vida y los bajos sueldos se canalizan contra la propia Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Los medios de transporte hacen huelgas a lo largo y ancho de Cisjordania en protesta por el aumento del 5% del precio de la gasolina y los camiones y taxis bloquean cada poco tiempo las arterias de las principales ciudades. Cientos de personas se congregan en las plazas principales constantemente con sus carteles y en Belén y alrededores se utilizan ruedas ardiendo para cortar las carreteras. Ayer, jóvenes cortaron la de Wadi Nar, que une el norte con el sur de Cisjordania, a base de piedras y ruedas ardiendo, una imagen que no se veía desde la primera intifada.
La ira de los manifestantes se está concentrando en el primer ministro, Salam Fayyad. Hace tan solo un año, era aclamado por su plan de viabilidad económica para el futuro estado palestino; ahora las fotos con su rostro se queman en las calles palestinas. Varios de sus colegas de gobierno han salido en su defensa, como el líder de Al Fatah Nabil Shaath, quien afirma que "somos pobres por culpa de la ocupación, no por culpa de Fayyad."
En Cisjordania, el 60% del territorio es controlado por Israel, quien impide todo desarrollo económico. El 97% de las exportaciones e importaciones palestinas se hacen desde y hacia Israel y, según el Protocolo de París -acuerdo económico firmado entre Israel y Palestina como anexo a los acuerdos de Oslo de 1994- Israel tiene control exclusivo sobre las exportaciones palestinas y es quien recoge y transfiere a la ANP sus tasas aduaneras, poder que ha usado en muchas ocasiones para presionarla en una u otra dirección reteniendo el dinero. Los manifestantes han pedido en los últimos días la abolición de ese tratado, por considerar que subordina Palestina a Israel; el presidente Mahmoud Abbas, quien consideró en un discurso ante la Liga Árabe que las protestas son "correctas y justas", ha anunciado que la ANP ha pedido formalmente a Israel una revisión de los acuerdos económicos. A pesar de ello, los palestinos han decidido esta vez cargar las tintas contra su propia autoridad, a la que consideran corrupta. "Parte de los fondos enviados por occidente desaparece misteriosamente y los miembros de la autoridad y del aparato de seguridad se reservan privilegios como no pagar electricidad; yo la pago lo que ellos gastan, y sin embargo llevo tres meses sin cobrar mi sueldo entero", protesta Fairuz, profesora de una escuela pública en Ramala.
Esta presión ejercida contra la ANP es aprovechada por sus enemigos; ayer uno de los líderes de Hamás en el exilio, Musa Abu Marzuq, se preguntaba ante los medios: "¿Por qué la ANP gasta grandes cantidades de dinero en unas fuerzas de seguridad que no se usan más que para proteger los asentamientos y encarcelar a nuestros jóvenes?" A lo que Marzuq no aludió es al joven que murió tras prenderse fuego hace una semana en el centro de Gaza. Poco después trascendió que tenía 18 años y ganaba 10 dólares al día vendiendo snacks por la calle, debido a lo cual la policía solía detenerlo.
los candidatos Hamás decidió boicotear las elecciones argumentando que la reconciliación entre facciones tenía que sellarse primero. Sin embargo, los islamistas han contribuido también al fracaso de las conversaciones aumentando las trabas desde que sus mentores y aliados, los Hermanos Musulmanes egipcios, tomaron la presidencia y el parlamento en el país con el cual comparten su única frontera abierta.
Ante la ausencia de Hamás en los comicios, las principales listas en competición son las de Al Fatah y las de los antiguos partidos de izquierda, más sus interminables escisiones. En unas elecciones fuertemente influidas por los clanes familiares, que votan en masa al partido del cual su relativo forme parte, "es la oportunidad de los partidos de izquierda de unirse y desbancar a Al Fatah", explica J. Maslah, integrante de una lista del Frente Popular para la alcaldía del poblado de Beit Sahour. "Fatah controla el país desde hace 20 años. Si hay democracia real, tiene que haber un cambio." Sue Alayan, secretaria en Ramala, quería votar a Hamás, pero como no puede, no apoyará a nadie: "Mucha gente sigue votando a Al Fatah porque tiene grabada la imagen de Arafat, pero aquel Fatah murió hace tiempo", dice. Alayan cree que los votos que iban a ir para Hamás no irán ahora a los partidos salafistas, que también se presentan: "Puede que algunos, pero en general Hamás y los salafistas se odian; mucha gente que conozco preferirá votar a Fatah antes que a los salafistas."
Omar y Amin crecieron y lucharon juntos con la OLP en Jordania, por lo cual fueron encarcelados durante ocho años. El primero es optimista y participa en una de las listas del Frente Democrático en Belén, pero le preocupan las repercusiones de unas elecciones que excluyen a Gaza. "Si salen bien, la ANP podría decidir hacer unas elecciones parlamentarias o presidenciales sólo en Cisjordania, y eso nos separaría de Gaza definitivamente, que es lo que siempre ha querido Israel." Amin, en cambio, representa la indiferencia de una gran sección de la población palestina: "No pienso votar; no va a cambiar nada. En la cárcel me di cuenta de que todos los políticos son unos mentirosos. Desde que tenemos una autoridad palestina todo va de mal en peor. Entre Israel y la ANP nos están robando la esperanza."
Es la sensación de muchos, sobre todo la de los que se han lanzado a la calle en los últimas días. Un cartel de un manifestante en Belén lo resumía: "Antes buscábamos Palestina; ahora buscamos un saco de harina.".