TAMPA

CONSCIENTE de la atención que provoca por donde pasa, justo antes de acceder al podio para él preparado en el marco de la convención republicana en Tampa, Florida, Joe Arpaio, el sheriff más duro de Estados Unidos, se alisa el pelo con las manos y se ajusta la corbata, fijada por un alfiler dorado con forma de pistola. Y comienza a disparar. Es cierto que su munición no son más que palabras. Pero Arpaio, también descrito como el azote de los inmigrantes, con demandas judiciales por discriminación racial en Phoenix, no tiene pelos en la lengua cuando se trata de defender su dura política de arrestar indocumentados en razzias a lo largo y ancho de su condado de Maricopa, algo que considera un ejemplo a seguir. "Yo debería recibir una medalla, el presidente debería invitarme a la Casa Blanca y darme las gracias por ayudar al gobierno a aplicar las leyes contra la inmigración ilegal y las guerras del narcotráfico", afirma. "Debería ofrecerme una cerveza, que jugáramos un poco al baloncesto y hablar", ironiza en referencia a los hábitos del presidente Obama. "Desgraciadamente, eso no va a pasar", reconoce en el tono entre serio e irónico que lo caracteriza y que lo ha hecho una figura recurrente en los medios cada vez que se toca el tema de la inmigración. Pero precisamente esta fama podría convertirse en un problema para los republicanos reunidos esta semana en Tampa para lanzar la candidatura de Romney e impulsar su popularidad entre todos los sectores posibles, incluido el cada vez más influyente voto hispano.

romney, calla En la Convención Republicana, el equipo de campaña latino para Romney ha hecho grandes esfuerzos por ensalzar de cara al público hispano el mensaje del candidato sobre la economía, pasando casi de puntillas por la cuestión migratoria. Sostienen que, como una de las comunidades más afectadas por la recesión -el desempleo latino ronda el 11%, frente al 8,3% nacional- la promesa de Romney de creación de empleos e impulsar la economía es un argumento convincente para atraer el voto hispano.

Preguntado si se sentía ofendido por no figurar en la lista de discursos, Arpaio lo negó, asegurando que su intención es hablar con "muchos delegados" estos días, incluido un acto en el zoo ante los elefantes símbolo del Partido Republicano.