WASHINGTON. Los republicanos ungirán esta semana a Mitt Romney como su candidato presidencial, siendo el paso previo para intentar arrebatar la Casa Blanca al presidente Barack Obama en las elecciones de noviembre. El inicio de la convención republicana deberá esperar un poco, ya que se ha retrasado un día ante la llegada de hoy de la tormenta tropical Isaac en Florida. A pesar del imprevisto, no se esperan grandes sorpresas y, ni mucho menos, el drama de años anteriores. Los días de luchas fratricidas como la del presidente demócrata Jimmy Carter contra el senador Ted Kennedy en 1980 están en los anales de la historia. A partir de mañana, los republicanos abrirán el telón de su mayor espectáculo político y, una semana después, lo harán los demócratas para apoyar al presidente Barack Obama.

Música, globos rojos y azules, pancartas, muchos confeti, televisores gigantes, discursos cortos y concisos de líderes políticos, videos, historias humanas... Los dos partidos no dejarán nada al azar para conseguir el mayor impacto entre los votantes. El gran objetivo de los republicanos será mejorar la imagen de su candidato, Mitt Romney, que ha quedado perjudicada en los últimos meses por los ataques de la campaña de Obama y por sus meteduras de pata durante su viaje a Londres y Jerusalén.

Por otra parte, esperan que el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, exalte las bases con el discurso de apertura de la convención al igual que lo hizo Sarah Palin en 2008 cuando aceptó su nominación como candidata a la vicepresidencia. Además, con la presencia del ex secretaria Condoleezza Rice y el senador de Florida Marco Rubio quieren captar la atención de las mujeres y de la comunidad latina, ya que Obama tiene un margen amplio sobre Romney en estos dos grupos.

El TEa party La ex gobernadora de Alaska será la gran ausente de la convención. Sarah Palin ha cultivado en los últimos años su condición de outsider de la política de Washington y se ha convertido en uno de los líderes políticos más apreciados del movimiento ultraconservador Tea Party. En los últimos meses, como también lo hizo en las elecciones legislativas de 2010, Palin ha apoyado candidatos con posiciones más conservadoras. La elección de Paul Ryan como candidato republicano a la vicepresidencia demuestra que el Tea Party mantiene todavía una gran influencia sobre el Partido Republicano.

A pesar de que Sarah Palin no estará en la gran fiesta republicana para coronar a Mitt Romney, sí hablarán representantes afines al movimiento como el senador de Florida, el latino Marco Rubio, o el mismísimo Paul Ryan. Las bases más conservadoras no confiaban en su aspirante a la Casa Blanca y, por ello, este buscó refugio en una de las voces ideológicas del Tea Party. Con Ryan, Romney ha conseguido unir el partido tras su candidatura.

El movimiento no tiene la misma fuerza de 2010 -cuando gracias a su apoyo los republicanos recuperaron la mayoría en la Cámara de Representantes-, pero en los últimos dos años ha evolucionado y se ha convertido en un actor importante de la política de EEUU. "Hemos ido madurando. Ya no hacemos grandes protestas con todo tipo pancartas sino que trabajamos sobre el terreno ", explicaba Amy Kramer, líder de la organización Tea Party Express, a la agencia AP hace unas semanas. Esto significa promover su mensaje, apoyar las causas conservadoras y ayudar candidatos que hagan suya la agenda política del movimiento.

El gran éxito del Tea Party, sin embargo, ha sido mover el Partido Republicano más hacia la derecha. Además, han conseguido poner en el centro del debate político cuestiones como la reducción de la elevada deuda pública del país, el tamaño del gobierno y la derogación de la reforma sanitaria. Para alcanzar estos objetivos, las organizaciones conservadoras ayudaron a candidatos afines a su ideología a ganar escaños en ambas cámaras legislativas durante los comicios del 2010. Conscientes del poder que alcanzaron, este año siguen la misma estrategia.

La trayectoria de Mitt Romney, exgobernador de Massachussets, es la de un político pragmático y moderado. Sin embargo, en estas elecciones está atrapado por la polarización del partido. Las bases conservadoras han virado hacia la derecha con un objetivo claro: la reducción del gasto y la intervención del Estado. El futuro dirá si esta radicalización de su agenda política es un acierto.

En la convención, el Partido Republicano y su candidato explicarán por qué creen que el país necesita un cambio. Datos como el elevado paro del 8,3% y el débil crecimiento del país retumbarán seguro más de una vez por los altavoces del centro de convenciones de Tampa. Encima de un escenario fastuoso, Romney intentará convencer a los votantes de que Obama no se merece ser reelegido porque, según él, su gestión ha provocado la peor recuperación económica de la historia del país. A la vez, tendrá una empresa más complicada: demostrar que él es la persona indicada para sustituirlo.