Madrid. La Unión Europea asiste hoy al leve despertar de la socialdemocracia, que ya lleva las riendas de siete países comunitarios, aunque expertos auguran una vida efímera a ese renacimiento si las recetas socialistas tampoco son capaces de resolver la crisis económica. Un renacer que transcurre paralelo al agravamiento de la crisis económica y que tiñe de rojo parte de un mapa donde el azul de los conservadores todavía es el color político predominante.

Pero el avance de las ideas socialdemócratas no se traduce, según la visión de varios especialistas, en una "consolidación a futuro", sino más bien en un "estancamiento" al no contar con "ideas nuevas y creíbles" para combatir la crisis. Y ese "leve renacer" tiene que ver, subrayan, con el "fracaso" de las medidas económicas neoliberales, lo que ha permitido a los sellos partidarios de la socialdemocracia "capitalizar" el descontento social en algunos de los países de la eurozona.

Al Gobierno francés del socialista François Hollande, quien con su triunfo el pasado junio vaticinó "una reconquista socialdemócrata continental", se le suman hoy los ejecutivos de Bélgica, Chipre, Austria, Rumanía, Dinamarca y Eslovaquia. Se trata de un panorama algo más alentador que el que tenía la socialdemocracia hace un año, cuando solo España, Grecia, Austria, Eslovenia y Chipre estaban dirigidos por esta opción política. Fernando Pedrosa, doctor en Procesos Políticos Contemporáneos por la Universidad de Salamanca, afirma que este "renacer" no se traduce en una "reelaboración" de sus conceptos e ideas. Pedrosa asegura que aunque los partidos socialdemócratas "generen ilusiones" tendrán "poca vida" si no logran resolver la crisis económica.

Con todo, opina que "la única forma de que este renacer perdure en el tiempo es que en Alemania la socialdemocracia se imponga en las próximas elecciones". Desde Berlín, Svenja Blanke, doctora en Historia por la Universidad Libre de la capital alemana, dice que las "condiciones externas" para la consolidación de ese renacimiento están "en parte dadas" porque la crisis da la razón a los principios básicos que defiende la socialdemocracia. No obstante, cree que las "condiciones internas" tienen que cambiar, porque se requieren "liderazgos con empatía y pasión para Europa" y más "negociación" comunitaria ante la fragmentación de las estructuras políticas a nivel nacional.

Cambios Mientras el Estado español pasaba del rojo PSOE al azul PP, entre finales de 2011 y lo que va de 2012 cinco países de la UE (Francia, Dinamarca, Bélgica, Rumanía y Eslovaquia) han logrado sentar en sus gobiernos a dirigentes socialdemócratas en plena hegemonía de los conservadores en el arco comunitario. Han permanecido en pie, entre tanto, la coalición liderada por los socialdemócratas de Werner Faymann en Austria y el Gobierno de Dimitris Christofias en Chipre, primer comunista que preside el país.

Igualmente las perspectivas son alentadoras para los socialdemócratas en Gran Bretaña, toda vez que el Partido Laborista ha logrado buenos resultados en los últimos comicios municipales y, previsiblemente, para el Partido Socialista holandés, que aparece en las encuestas como favorito para las elecciones legislativas del 12 de septiembre. En cualquier caso, tal y como explica Andrés Malamud, investigador del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, el futuro de la socialdemocracia "no se puede separar" del de la propia UE ni de la "desconfianza" que reina en el continente. "Si Europa se quiebra, la socialdemocracia nórdica podría sobrevivir, pero la del sur será masacrada electoralmente", subraya.

Bastaría una "coalición multinacional" liderada por Hollande que le hiciera "frente" a Alemania para que la socialdemocracia europea volviera a cobrar impulso, añade Malamud, si bien se muestra escéptico porque "la experiencia muestra que las crisis económicas perjudican a la izquierda". Más optimista es Blanke. La socialdemocracia se encuentra ante un "gran desafío" y una "gran oportunidad histórica": asumir una "profunda reflexión crítica" sobre las causas de sus fracasos gubernamentales durante la última década, sentencia.