Washington. El presidente estadounidense, Barack Obama, amenazó el lunes a Siria con un ataque militar. ¿Ha cambiado de estrategia frente al conflicto o se trata más bien de un discurso de campaña electoral? Obama ha vacilado durante mucho tiempo: la cuestión de Siria le resultaba tan incómoda que simplemente la ha evitado durante semanas en sus apariciones públicas. Pero ahora ha vuelto a tocar el tema y lo ha hecho con una dura amenaza. Si existe el peligro de que Siria utilice armas químicas o biológicas o de que caigan en manos de extremistas, Estados Unidos intervendrá. Se trata de la primera amenaza clara de Obama al régimen de Damasco.
El régimen de Bashar al Asad ha enmarcado la amenaza en la campaña electoral estadounidense, mientras que Rusia ya ha manifestado su rotunda oposición a este extremo. "Un paso más en dirección a una implicación directa de Estados Unidos", opinaba ayer The New York Times sobre las palabras de Obama. Sin embargo, The Washington Post consideró que el presidente estadounidense no está señalizando de ninguna manera un cambio de estrategia sobre una intervención en Siria. "Sigue habiendo pocas ganas de una intervención militar". Hasta ahora, la Casa Blanca siempre había señalado que una intervención militar no era opción. "Siria no es Libia", dijo una y otra vez al inicio del conflicto, hace año y medio. Incluso el establecimiento de una zona de exclusión aérea sería una vaga "visión de futuro", pero en estos momentos no está sobre la mesa, dijo recientemente el secretario de Defensa, Leon Panetta.
Pero en Washington aumenta el miedo: cuanto más dure la guerra civil en Siria, advierten los expertos desde hace semanas, mayor será el riesgo de que la situación se salga de control, el conflicto cruce fronteras, afecte a países vecinos y que Irán aproveche la situación. La pesadilla para Obama es que las fuerzas extremistas, entre ellas Al Qaeda, obtengan acceso a las armas químicas y puedan amenazar a Israel. Pero lo que roba el sueño a los expertos en seguridad en Washington es que la guerra en Siria está escalando el conflicto nuclear con Irán.
Existe temor a que Obama no pueda frenar a Israel en el caso de que decida atacar en solitario las instalaciones nucleares de Irán y que al mismo tiempo, Israel pueda influir así en las elecciones presidenciales de noviembre. Dos focos que podrían explotar a la vez en el polvorín de Oriente Medio y que no podrían ser peor para Obama.
El experto David Friedman, del instituto de Estudios de Seguridad Nacional en Israel, ve incluso una relación estratégica entre los conflictos de Siria y de Irán. "No se descarta del todo que la cúpula iraní obligue a Al Asad a entregar armas de destrucción masiva a extremistas enemigos de Israel para aumentar el potencial disuasorio en el caso de un ataque israelí contra Irán", señala. Además, ambos conflictos están presionando la campaña de Obama.
En 2008, Obama logró el apoyo mayoritario de los electores judíos, pero ahora, en un momento en que su contrincante republicano Mitt Romney le sigue de cerca, cuenta cada voto. Y garantizar a Israel que en caso necesario intervendrá militarmente sería de ayuda desde el punto de vista electoral.