Pekín. Un tribunal chino de Hefei (capital de la provincia de Anhui) declaró ayer culpable de asesinato premeditado a la esposa del exalto dirigente Bo Xilai, Gu Kailai, a la que condenó a pena de muerte con suspensión de sentencia por dos años, una condena que en la práctica evita la ejecución, ya que este tipo de sentencias suelen ser conmutadas normalmente a cadena perpetua al cabo de este periodo. Un portavoz del tribunal intermedio de Hefei, Tang Yigan, indicó que aunque el "despreciable" asesinato por envenenamiento del empresario británico Neil Heywood el pasado noviembre merecía la pena de muerte, se optó por imponer una condena suspendida debido a circunstancias atenuantes.

La condena suspendida es una figura legal en China que permite conmutar la pena de muerte por otra de prisión si el preso muestra buen comportamiento durante un periodo determinado. Entre las circunstancias atenuantes, el portavoz enumeró problemas de salud mental de la esposa de Bo Xilai, y el hecho de que Heywood, un amigo de la familia que había mantenido disputas económicas con Gu, hubiera amenazado de palabra al hijo de esta. Siempre según la versión del tribunal, la acusada aceptó los cargos y aportó aportado información que ayudó a investigar delitos cometidos por otros.

Según Tang, la condenada también aceptó sin discutir la sentencia que se le impuso: "El juicio es justo. Muestra un respeto especial a la ley, a la realidad y a la vida", declaró Gu, de acuerdo con la versión del tribunal, que indica asimismo que ni ella ni Zhang Xiaojun, empleado de la familia Bo y también acusado en el caso, planean apelar la sentencia. Zhang ha recibido una condena de nueve años de prisión, al ser considerado, según el tribunal, únicamente un cómplice en el delito.

El caso en torno a la muerte de Heywood ha representado el mayor escándalo en las altas esferas políticas chinas en los últimos diez años. Según la versión del tribunal, en noviembre, Heywood viajó desde Pekín a un hotel de las afueras de Chongqing -zona en la que Bo Xilai era el jefe del Partido Comunista de China- por invitación de Gu. Tras beber alcohol, se sintió mal y vomitó, momento en el que Gu le dio a beber una botella de agua en la que había diluido cianuro.

Tras ello, la esposa del exdirigente chino dejó unas pastillas con sedantes en la habitación para simular un accidente y salió de la habitación poniendo el cartel de "no molestar" en la puerta, por lo que los encargados del hotel no descubrieron el cuerpo del empresario hasta el día siguiente. Inicialmente, las autoridades atribuyeron a un exceso de alcohol la muerte de Heywood, cuyo cuerpo fue incinerado.

Escándalo en las altas esferas Además de Gu, ayer se condenó también a cuatro altos cargos de la Policía de Chongqing, declarados culpables de encubrir a la esposa de Bo Xilai y de entorpecer las investigaciones tras la muerte del empresario británico. Los cuatro altos cargos -Guo Weiguo, Li Yang, Wang Pengfei y Wang Zhi- fueron condenados a penas que oscilan entre los cinco y los once años de prisión. El escándalo se desató el pasado febrero cuando Wang Lijun, vicealcalde de Chongqing y mano derecha de Bo, pidió asilo en el consulado de Estados Unidos en la localidad de Chengdu, próxima a Chongqing. Allí Wang, que también podría ser juzgado en los próximos días por traición, denunció, supuestamente, la mala praxis de Bo y los vínculos de Gu con la muerte de Heywood, un viejo amigo de la familia. El 10 de abril, Gu y Zhang fueron declarados "altamente sospechosos".

Entonces, y de forma casi simultánea, también se reveló la suspensión de Bo Xilai del Politburó del PCCh por "supuestas irregularidades", sin vincular ambos casos. Hasta entonces, se daba por seguro que cuando el PCCh celebre su XVIII Congreso en octubre, el carismático Bo, de 63 años y uno de los políticos más populares en China, sería uno de los nuevos miembros del Comité Permanente del Politburó, el órgano de dirección colegiada del Partido. Una de las grandes incógnitas que se abre tras el proceso ahora será, precisamente, conocer cuál es el sino de Bo, del que no se ha vuelto a tener noticias desde su destitución.

Para algunos expertos, la sentencia de Gu sugiere que su esposo será tratado con benevolencia por el régimen chino con una doble intención: mostrar unión política interna y suavizar la imagen del país en el exterior. Por el momento, a Bo, otrora uno de los políticos en mayor alza del país pero del que se desconoce su paradero desde que fuera depuesto en marzo, sólo se le investiga por "irregularidades" dentro del Partido Comunista. "Será un castigo ligero. Probablemente la expulsión del Partido. Aunque fuera a juicio, sería juzgado por ofensas menores, no por cargos de peso como corrupción", señala el experto en política china Willy Lam desde Hong Kong.

Las posibles prácticas corruptas de Bo en Chongqing es una de las sombras del caso sobre las que el Gobierno chino ha corrido un tupido velo porque sus extensas ramificaciones dañarían seriamente al régimen, según algunos analistas. Por ello, Pekín ha optado por no tomar medidas extremas en el escándalo antes del relevo en el poder que tendrá lugar durante el XVIII Congreso del PCCh en octubre, "en aras de la máxima de unidad y armonía política que quiere transmitir tanto dentro como fuera del país", apunta Lam.

"Además, Bo todavía cuenta con apoyo considerable de la izquierda más conservadora. El Gobierno prefiere no enfadar a sus aliados", explica Willem van Kemenade, consultor holandés de política china afincado en Pekín. Esta intención también es visible en la "condena sorprendentemente baja" de los cuatro jefes de Policía chinos acusados de encubrir a Gu. Con su esposa fuera del patíbulo y Bo tan solo condenado al ostracismo político, el régimen apostaría por un tono apaciguador de cara al exterior, en línea con el reciente discurso del vicepresidente Xi Jinping -considerado el próximo líder del país- en el que aseguró que "el mundo no tiene por qué temer a China".