berlín. El duelo de cuartos de final de la Eurocopa que librarán el viernes en Gdansk Alemania y Grecia ha dado pie a mofas sobre la crisis griega a cargo del diario más leído en Alemania. "Contra Jogi (el técnico Joachim Löw) no hay rescate que los salve", titula el rotativo sensacionalista. "Pobres griegos, la próxima bancarrota se la damos regalada", proclama haciendo un juego de palabras (bancarrota es también sinónimo de derrota en alemán).

Bild atizó en el pasado los ánimos contra los griegos apelando a los prejuicios de muchos alemanes de que sus socios sureuropeos no saben administrarse.

Uno de sus titulares más polémicos fue el de la propuesta de que vendiesen islas para saldar sus deudas. El diario recogía ayer también declaraciones del presidente de la Federación Alemana de Fútbol, Wolfgang Niersbach, tratando de quitarle hierro al asunto: "Estamos en cuartos de final de la Eurocopa y nos concentramos exclusivamente en el deporte. Aquí lo que vale es la Eurocopa, no el euro".

De lo que Bild no se ha hecho eco es que quién puede darles la puntilla a los alemanes es el propio Samaras, no Andonis sino Giorgios. Y es que en la selección griega el otro Samaras, Giorgios. Un delantero que juega actualmente en el Celtic de Glasgow y que podría amenazar la arrogancia de la prensa sensacionalista teutona mandándoles de vuelta a Berlín. Al menos el portero alemán no de apellida Merkel.

El cruce de Grecia y Alemania en cuartos de final, sin llegar al Ingraterra-Argentina tras la guerra de las Malvinas, es visto como un enfrentamiento que vas más allá de una disputa deportiva. En Atenas piden a sus jugadores que restituyan el orgullo patrio tras tantos meses de inclinar la cabeza al dictado de Berlín y en Alemania lo ven como el asentamiento de su autoridad sobre el país mediterráneo que prácticamente es suyo, a través de la compra de duda soberana y la imposición de sus condiciones. Los griegos no van a vender sus islas para pagar a Alemania -al menos no por ahora- pero el titular satírico del Bild refleja bien el estado de ánimo de las dos aficiones y, en definitiva, de dos pueblos que viajan en el mismo barco, pero que uno lleva el timón.