Beirut. El enviado especial de la ONU y la Liga Árabe a Siria, Kofi Annan, se mostró ayer conmocionado y horrorizado a su llegada a Siria por la violencia en el centro del país y calificó la matanza de Al Hula, con 110 muertos, de "un momento atroz que tendrá profundas consecuencias, y advirtió "que los responsables de esos crímenes brutales deben rendir cuentas". Annan llega a Siria tras la indignación internacional provocada por la masacre de Al Hula el pasado viernes, en la que murieron más de 110 civiles, un tercio de ellos niños, y de la que se han culpado mutuamente gobierno y activistas de la oposición. El domingo, el Consejo de Seguridad de la ONU emitió una fuerte condena y responsabilizó de la misma al gobierno de Al Asad. Annan llegó ayer a Damasco para reunirse con funcionarios del gobierno y líderes de la oposición, según la ONU. Se espera que se reúna hoy con el presidente Bachar al Asad. "Llego en un momento crítico", dijo al unirse a los 250 observadores de la ONU que supervisan el alto el fuego vigente desde el 12 de abril.
Su llegada coincidió con nuevas informaciones de activistas de una "nueva masacre" en la central provincia de Hama, que según su versión se cobró más de 50 vidas. A su llegada, Annan se reunió con el líder de la misión de observadores en Siria, el general Robert Mood, y le expresó sus preocupaciones sobre el deterioro de la situación en el país.
Annan urgió a todos la implementación de su plan de paz de seis puntos, que llama al fin inmediato de los combates y el inicio del diálogo entre las partes. "Debatiré con el presidente Al Asad y con miembros de la oposición el inicio de un diálogo y pediré a las autoridades sirias que demuestren su credibilidad", dijo Annan. Se trata de la primera visita de Annan a Damasco desde marzo y desde el inicio de la misión de observadores de la ONU. Diplomáticos de la región consideran su visita "decisiva" para que se cumpla el plan de paz. Mientras, la masacre de Al Hula siguió levantando polémica. Rusia y Reino Unido dejaron ayer en evidencia sus diferencias a la hora de evaluar la responsabilidad.
Moscú mantiene su postura Rusia, con poder de veto en la ONU, considera que tanto el gobierno del presidente sirio Bachar al Asad como los "extremistas" son responsables de la masacre, dijo ayer el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, en una rueda de prensa conjunta con su homólogo británico, William Hague, que se encuentra de visita en Moscú. "No hay duda de que las autoridades emplearon artillería y tanques", señaló, pero la culpa debe "repartirse objetivamente" y exigió una investigación independiente. Hague sin embargo responsabilizó a la cúpula siria y exigió la dimisión del presidente, aunque reconoció que los rebeldes tienen parte de responsabilidad en la violencia desatada en el país. Además, apeló a una mayor presión por parte de Rusia a su socio sirio. Lavrov dijo que lo más importante no es un cambio de régimen. "Para Rusia no es importante quién gobierna Siria", señaló. "Lo importante es poner fin a la violencia y al exterminio de vidas humanas, para que los sirios puedan determinar su destino mediante el diálogo y sin injerencia extranjera", indicó. Antes, el número dos de la embajada rusa en la ONU, Alexander Pakin, había dicho que no había que excluir que la masacre fuera en realidad una "provocación" de los rebeldes. Pankin tampoco descartó una participación de combatientes extranjeros.
Irán respaldó por su parte la versión de Al Asad, mientras que China exigió una investigación inmediata sobre la masacre. Y mientras, continúa la violencia sobre el terreno: fuentes de la oposición informaron ayer sobre fuertes enfrentamientos entre el Ejército y rebeldes armados en la provincia de Daraa. Al menos tres oficiales del ejército murieron y 19 soldados resultaron heridos al estallar una bomba cerca de su vehículo en la carretera al aeropuerto de la norteña ciudad de Alepo, según el Observatorio Siro de los Derechos Humanos, con sede en Londres.