BERLÍN. Según ese medio, la compañía escandinava suscribió a finales de esa década un acuerdo con las autoridades de la extinta República Democrática Alemana (RDA), a raíz del cual intervinieron en la producción de sus artículos tanto prisioneros del territorio germano-oriental como de la isla caribeña.

El acuerdo fue suscrito en septiembre de ese 1987, dos años antes de la caída del Muro de Berlín, tras una visita a Cuba de una delegación del Comercio de Artes y Antigüedades (KuA) y Delta Export Import, dos empresas de la RDA.

Según las informaciones del diario alemán, la delegación, integrada por cinco personas, contactó con un representante de la firma cubana "Emiat", el teniente Enrique Sánchez, que producía muebles de jardín para la cúpula política cubana.

Tal empresa estaba vinculada con centros penitenciarios del Ministerio del Interior, afirma "FAZ", que se remite a documentos de la RDA.

Un mes después de esa visita, se firmó en Berlín el acuerdo correspondiente con "Ikea Trading Berlín", una delegación de la empresa sueca en la entonces ciudad dividida.

En el contrato se contemplaba la producción de sofás, así como unos 10.000 mesas infantiles y 35.000 mesas de comedor.

La primera partida fracasó, por déficit de calidad, a lo que siguió una intervención directa de la empresa germano-oriental sobre sus socios cubanos para que se ciñeran a las "normas de Ikea".

La informaciones de "FAZ" siguen a las difundidas unos días atrás por medios suecos y alemanes, a partir de documentos contenidos en las actas de la Stasi -la policía política germanoriental- acerca de los contratos suscritos por la compañía sueca y la RDA.

Ikea se comprometió entonces a investigar con meticulosidad ese caso que, de resultar cierto, "lamentaban profundamente".

Acerca de una ramificación de ese negocio, a través de la RDA, hacia Cuba, afirma Ikea, según "FAZ", no saber nada en absoluto.