Trípoli. Con el coronel Muamar el Gadafi todavía en paradero desconocido, se empieza a conocer el destino de algunos miembros de su familia. Es el caso de su esposa Safía y tres de sus hijos -Aníbal, Mohamed y Aisha-, que ayer entraron en Argelia por la frontera terrestre que comparte el país magrebí con Libia.

Los vástagos de Gadafi viajaban con sus respectivas familias que viajaban acompañados de sus familias, según el Ministerio de Exteriores argelino, que informó de inmediato al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, al Consejo de Seguridad y al primer ministro del gobierno rebelde, Mahmud Jibril.

Asimismo, según el canal Al Arabiya, Khamis Gadafi, que lidera una unidad especial del Ejército, habría caído muerto en combate el domingo, aunque esta información aún no ha podido ser confirmada.

Desde la caída de Trípoli en manos rebeldes, hace poco más de una semana, el paradero del coronel libio y el de su familia ha sido una incógnita y ha desatado numerosas rumores. En este sentido, el pasado viernes, la agencia oficial egipcia Mena aseguró que seis vehículos trasladaron a responsables de alto rango de Libia a Argelia, y que era posible que entre ellos estuvieran Gadafi y sus hijos.

Sin embargo, el portavoz del Ministerio de Exteriores de Argelia, Amar Belani, señaló que la noticia carecía de fundamento, por lo que aún permanecen en paradero desconocido el propio Gadafi y su hijo Seif al Islam.

La cúpula de la insurgencia rebelde tiene estos días una tarea de titanes pendiente. Y es que mientras continúan los combates, la gente pide agua, protección policial y una visión de futuro para el país. Pero la sombra del que fuera el líder durante más de 40 años pesa como un fantasma sobre el país.

"El desafío de las fuerzas de Gadafi todavía constituye un peligro no solo para los libios sino para todo el mundo", señaló ayer el líder de los rebeldes libios, Mustafá Abdel Jalil.

En el sur de Trípoli sigue habiendo focos de resistencia y en las calles de la capital siguen cometiendo de las suyas los criminales que quedaron en libertad, junto a los presos políticos, en los asaltos a las prisiones de los últimos días por parte de los insurgentes libios.

Ayer llegaron a Bengasi parte de los prisioneros políticos que salieron la pasada semana de la cárcel de Abu Salim, durante años centro de torturas del régimen de Gadafi y del que muy pocos salían con vida. Allí se encontraba el documentalista estadounidense Matthew VanDyke, capturado hace meses junto al fotoperiodista Manu Bravo. Muchas ciudades están sin agua y los saboteadores se mezclan con los rebeldes para hacerse con armas.

Crímenes de Guerra Y mientras la precariedad es la nota predominante en la capital Trípoli, cada día se descubren nuevas atrocidades por parte de uno u otro bando. Ayer mismos se descubrieron otros 45 cuerpos carbonizados, supuestamente de rebeldes ejecutados por gadafistas. Mientras, la Cruz Roja alertó de que los insurgentes libios tienen en su poder a cientos de prisioneros en Trípoli, entre los que hay un gran número de extranjeros. "La mayoría de los prisioneros son africanos subsaharianos", indicó la organización humanitaria. Un gran número de los residentes subsaharianos en Libia han sido enrolados como mercenarios dentro de las fuerzas leales al coronel Muamar Al Gadafi, por lo que las organizaciones internacionales han expresado ya su inquietud ante la posibilidad de que sean víctimas de represalias.

Los rebeldes aseguran que hay alrededor de 50.000 desaparecidos en el país, al tiempo que los organismos internacionales apuntan a Khamis Gadafi como autor de estos crímenes de guerra contra las tropas insurgentes.