Dublín. La reina Isabel II de Inglaterra protagonizó ayer uno de los actos más significativos de su histórica visita de cuatro días a Irlanda al depositar una corona de flores ante el monumento que honra a los irlandeses caídos por la causa de la libertad nacional. En el Jardín del Recuerdo, en la céntrica Parnell Square, la monarca estuvo acompañada por la presidenta irlandesa, Mary McAleese, y el ministro de Justicia, Interior y Defensa, Alan Shatter. Durante la solemne ceremonia sonaron los himnos de los dos países y se guardó silencio por los héroes republicanos irlandeses que lucharon contra alguno de los antepasados de la reina, a quien también acompañaba su esposo Felipe, duque de Edimburgo. No hubo baño de multitudes para la monarca dadas las estrictas medidas de seguridad impuestas por la Policía irlandesa en torno a esta plaza, totalmente aislada para evitar que las protestas que se desarrollaban en sus proximidades llegasen a los oídos de la reina.

Da la casualidad que las oficinas del Sinn Fein, antiguo brazo político del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), se encuentran justo detrás del Jardín, situación que aprovecharon miembros de la formación para lanzar al cielo globos negros en señal de protesta por la visita de Isabel II.

Igual de fría se mostraba la habitualmente bulliciosa O'Connell Street al paso de la comitiva real en su trayecto hacia la universidad del Trinity College, fundada en 1592 por Isabel I y de uso exclusivo para protestantes durante gran parte de su historia. En su famosa biblioteca, la soberana británica pudo disfrutar del Libro de Kells, una de las obras más importantes del cristianismo celta, justo cien años después de que también lo hiciera su abuelo Jorge V, durante la última visita de un monarca británico a una Irlanda bajo control del Reino Unido. Ésta es la primera visita de un jefe del Estado británico a la República desde que este país lograse la independencia en 1921, gesto que pretende demostrar la normalización de las relaciones entre ambas naciones como resultado del éxito del proceso de paz en Irlanda del Norte.

Por primera vez en cien años, un monarca británico escuchó en Irlanda el Dios salve a la reina, el himno del Reino Unido interpretado esta vez para dar la bienvenida a la reina Isabel II de Inglaterra.

La reina y el duque de Edimburgo fueron así recibidos en la capital irlandesa por la presidenta de la república, Mary McAleese, y su marido, Martin McAleese, en la residencia oficial de Áras an Uachtaráin, en el Phoenix Park.

Tras la firma del libro de visitas y una breve charla con el primer ministro irlandés, Enda Kenny, 21 cañonazos del Segundo Regimiento de Artillería saludaron a la monarca, quien también pasó revista a la guardia de honor, compuesta por miembros de los tres ejércitos. La reina Isabel II de Inglaterra llegó ayer a Dublín para iniciar una histórica visita de Estado de cuatro días a Irlanda, la primera de un monarca británico desde la independencia de este país hace 90 años.

Después de saludar a distintas personalidades, Isabel II y McAleese plantaron un árbol, un roble irlandés, que simboliza el comienzo de una nueva era de entendimiento entre ambos países, con una situación normalizada gracias al éxito del proceso de paz en Irlanda del Norte.

desactivan una bomba Artificieros del Ejército irlandés desactivaron ayer un artefacto explosivo de fabricación casera cerca de Dublín, horas antes de que la reina Isabel II del Reino Unido iniciara su histórica visita a la República de Irlanda. Según informó ayer un portavoz del Ejército, el artefacto estaba en el compartimento de equipaje de un autobús en la localidad de Maynooth, condado de Kildare, cerca de la capital irlandesa. El artefacto fue hallado la pasada noche por la Policía y los artificieros llevaron a cabo de madrugada una explosión controlada.

Este incidente coincidió con las fuertes medidas de seguridad adoptadas en el país por la visita de la soberana británica, la primera de un monarca del Reino Unido desde la independencia de la República de Irlanda en 1921.

Grupos disidentes del inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA) se han opuesto al viaje, que se realizó como parte de la normalización de las relaciones entre los dos países después de años de dificultades por el conflicto en Irlanda del Norte. El lunes la Policía británica informó de que disidentes del IRA habían amenazado con la colocación de una bomba en el centro de Londres. Un portavoz de Scotland Yard confirmó que la seguridad se había incrementado sustancialmente en la capital británica después de recibir en la noche del domingo una amenaza "no específica". La presencia policial se incrementó visiblemente en la ciudad, y varias calles en torno al Mall, la avenida que une el palacio de Buckingham y la plaza de Trafalgar, fueron cerradas al tráfico. Según la BBC, la Policía había recibido "un aviso codificado" por parte de los republicanos disidentes, que se oponen al proceso de paz en Irlanda del Norte, razón por la cual se había tomado en serio la advertencia.