vitoria. Tras el brutal atentado en el conocido café Argana de Marraquech el jueves, que dejó 15 víctimas mortales, hay una coincidencia en el país: tanto la oposición como el Gobierno consideran que tenía como objetivo minar el proceso de reformas que ha emprendido el reino alauí. Y es que el ataque, del que todavía se investiga la autoría, ha irrumpido con fuerza en el proceso de cambio que ha iniciado Marruecos tras las protestas populares que exigen cambios en el país.

Al respecto, el Gobierno se mostró ayer contundente: "No cederemos ni un paso ante el terror, porque la apertura democrática es imparable", señaló el ministro de Economía y Finanzas, Salahedin Mezuar, durante su visita oficial en Madrid junto a otros cinco ministros marroquíes. Desde Rabat, el primer ministro, Abás El Fasi, señaló que "hay personas en el exterior del país y otras en el interior que constituyen focos de resistencia a las reformas y no quieren que Marruecos se convierta en un modelo de democracia, sobre todo después del discurso del rey Mohamed VI el 9 de marzo". En esa misma línea, el titular de Comunicación y portavoz del Gobierno, Jalid Naciri, apuntó que "se trata de un momento difícil, pero Marruecos se enfrenta a este desafío, porque preservar la seguridad no es incompatible con el alcance de las reformas". "(Las reformas) no se cuestionarán pese a los intentos de desestabilización. Estamos comprometidos en un proceso de reforma global que concierne a todos los sectores", indicó el portavoz.

Asimismo, Naciri explicó que aún es pronto para conocer quién está detrás del atentado del jueves y precisó que el Gobierno tiene abiertas todas las líneas de investigación, "incluida la de Al Qaeda". Sobre los detalles del atentado, el ministro del Interior, Taieb Cherqaoui, informó ayer de que la bomba fue accionada por control remoto. "No se trata de un atentado suicida y parece que el artefacto explosivo fue accionado a distancia", señaló Cherqaoui, quien indicó que la investigación sigue su curso. Según el ministro, el artefacto estaba fabricado con nitrato de amonio y explosivos TATP y se le había añadido clavos para que actuaran como metralla. Según el ministro marroquí, estos detalles coinciden con "el estilo de Al Qaeda".

Las reformas Tras el atentado, han sido muchos los rumores y las conjeturas sobre la autoría del atentado: desde los que opinan que ha sido el grupo fundamentalista, hasta los que aseguran, en cambio, que el autor podría encontrarse al interior del régimen. Los hay, incluso, que apuntan a uno de los islamistas liberados hace unos días en el mayor indulto real a presos de conciencia realizado por Mohamed VI. En lo que todos concuerdan es que el momento en el que ha tenido lugar el atentado no es una coincidencia. Presionado por las protestas populares que comenzaron el 20 de febrero, en sintonía con la ola de cambio que vive la región, el rey Mohamed VI anunció el pasado 9 de marzo una reforma constitucional encaminada a limitar su poder. Para ello, encargó la revisión de la actual Carta Magna a una comisión presidida por Abdelatif Mennouni, que deberá presentar los resultados el próximo mes de junio, después de lo cual serán sometidos a referéndum.

Entre las reformas anunciadas está la de reforzar la figura del primer ministro, que "asume totalmente la responsabilidad del gobierno y de la administración pública, amén de dirigir y aplicar el programa gubernamental", según detalló Mohamed VI. Asimismo, la Constitución "consagrará el nombramiento del primer ministro presentado por el partido político que haya obtenido mejores resultados en las elecciones", a diferencia de lo que ocurre en la actualidad, que es designado por el rey.

Este anuncio no ha frenado, sin embargo, las protestas de jóvenes marroquíes, que el pasado sábado volvieron a echarse a las calles para denunciar la corrupción gubernamental, la elevada tasa de paro juvenil y para exigir más reformas. De hecho, los manifestantes muestran recelo y auguran unos cambios superficiales. Dos de las exigencias iniciales del Movimiento 20 de Febrero, que lidera las protestas, eran la reforma constitucional y la liberación de los presos políticos.

"Nuestra primera demanda es una Constitución para el pueblo y por el pueblo", señala Montasser Drissi, uno de los activistas, quien duda de la comisión designada para revisar la Carta Magna, ya que todos su miembros han sido elegidos directamente por el rey. Sobre la segunda exigencia, Mohamed VI firmó hace dos semanas el indulto de 148 presos políticos, entre ellos algún activista de derechos humanos como Chakibh al Khayari, aunque la mayoría eran islamistas. Aún quedan, sin embargo, varias decenas en la cárcel, la mayoría condenados tras los atentados de Casablanca de 2003, en los que murieron 45 personas.

Próxima cita A pesar del indulto real y de las anunciadas reformas, las protestas han continuado. Tras las grandes manifestaciones del 20 de febrero y el 20 de marzo, el pasado domingo miles de personas salieron a las calles de varias ciudades marroquíes para exigir la liberación de todos los presos políticos, profundas reformas políticas y el fin de la corrupción. Dos días después, el Gobierno marroquí anunciaba una nueva medida: anunciaba un aumento salarial a los funcionarios -hay 610.000 en el país-, así como la prestación de mayores ayudas sociales. La próxima manifestación está convocada para mañana, y coincidirá con los sectores que habitualmente se manifiestan el 1 de mayo: funcionarios y obreros.