Bruselas. Bélgica cumple hoy 290 días sin que los partidos políticos de norte y sur hayan conseguido pactar una reforma institucional que otorgue más competencias a las regiones, como reivindica Flandes y rechaza Valonia por temor a que sea la antesala de la escisión del país. Y, mucho menos, a formar el nuevo gobierno federal para responder al escenario dibujado tras las elecciones legislativas del 13 de junio de 2010. La de hoy es una fecha marcada de nuevo en rojo, porque se bate el récord mundial que hasta la pasada medianoche ostentaba Irak como el país que más días ha estado sin gobierno. Sin embargo, de momento, no hay visos de que la clase política de Flandes y Valonia esté dispuesta a caminar en la misma dirección.
El año pasado los iraquíes necesitaron 249 días para cerrar un acuerdo de gobierno y otros 40 para que la coalición asumiera el poder. Por eso no es la primera vez que en Bélgica celebran el récord. Ya lo hicieron el pasado 17 de febrero con una "revolución de las patatas fritas" que congregó a varios miles de estudiantes. Ayer, el número de participantes, con las simbólicas patatas fritas en la mano, fue sensiblemente inferior, pero arremetieron igual contra la escisión del país y reivindicaron la creación de una circunscripción electoral federal, el bilingüismo y el mantenimiento de la seguridad social a nivel federal. "Este país está sumergido en un coma y así va a continuar todavía durante un tiempo", estima con pesimismo en su blog el diputado flamenco Eric Van Rompuy, hermano del presidente de la UE, y que milita en las filas del partido del actual primer ministro en funciones, Yves Leterme. Palabras especialmente críticas se guarda para los dos vencedores de las elecciones, el nacionalista Bart De Wever (N-VA), al norte, y el socialista Elio Di Rupo (PS), al sur. Curiosamente, pese al inmovilismo que achacan la mayoría de las formaciones al líder flamenco, los últimos sondeos no solo mantienen su popularidad y fortaleza sino que le aúpan todavía más en el cajón.
Según el barómetro publicado el lunes por el diario La Libre Belgique, De Wever sigue siendo el político más popular al norte del país con un 57% de opiniones favorables y la Nueva Alianza Flamenca, que en junio obtuvo un 27,8% de los sufragios, sería de nuevo el partido más votado con el 33% del electorado en Flandes. Un partido que reivindica la "evaporación" de Bélgica como Estado y que ha conseguido dar un vuelco a la situación política. Y es que lejos de penalizarle por los 290 días que llevan sin acordar un proyecto político para el futuro de Bélgica, los ciudadanos le premiarían con un 5% más de intención de voto, el doble de lo que lograrían los democristianos del CD&V y los liberales del Open VLD. Frente a De Wever, los sondeos apuntan a un partido socialista a la baja en Valonia y Bruselas. Perdería un 3% en intención de voto y se quedaría con un 33,3% de apoyos. Se hunden los democristianos y mejoran sus perspectivas los liberales del Movimiento Reformador.
Mientras tanto, las negociaciones para una reforma del Estado prosiguen de la mano del democristiano Wouter Beke, el último mediador nombrado por el rey Alberto II. El democristiano flamenco no tiene el mandato de formar gobierno sino de negociar la transferencia de competencias, con lo que aunque logre desbloquear el camino, nadie espera que haya gobierno hasta por lo menos después de las vacaciones de Pascua. Se cumplirá entonces un año desde que saltó la crisis política. Un año con un primer ministro en funciones.