Las autoridades japonesas comenzaron ayer a evacuar a miles de ciudadanos residentes en el entorno de la central nuclear de Fukushima Daiichi, en el noreste del país, como medida de precaución ante la posibilidad de que se registrase algún escape radiactivo por el fuerte terremoto que sacudió la costa nororiental del país asiático. Tras el seísmo, las autoridades declararon el estado de emergencia nuclear.
El secretario jefe del Gabinete japonés, Yukio Edano, explicó que habían sido evacuados los ciudadanos que viven en un radio de tres kilómetros de la central nuclear. La agencia de noticias japonesa Kiodo indicó que habían sido evacuadas alrededor de 3.000 personas.
A consecuencia del seísmo se produjo un incendio en un edificio auxiliar de esta central, que fue finalmente extinguido. Además, en dos reactores de la planta nuclear Fukushima 1 se estropeó el sistema de refrigeración, así como los cuatro generadores de emergencia. Ello causó un descenso del líquido de refrigeración, algo que entraña el riesgo de una fusión nuclear en el peor de los casos, según expertos. La empresa propietaria de la planta nuclear Tokyo Electric Power (TEPCO) ya había advertido que la presión dentro del primer reactor de su planta nuclear Fukushima había estado subiendo, con el riesgo de una fuga de radiación.
sin riesgo de radiación El director del grupo de energía nuclear del Instituto de Economía y Energía de Japón, Tomoko Murakami, subrayó que no existía ningún riesgo inminente de radiación en la planta nuclear. "Incluso si las barras de combustible están expuestas, eso no significan que comiencen a derretirse inmediatamente", explicó.
Por su parte, Mark Hibbs, experto nuclear de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, advirtió de que la situación podría empeorar. El experto aseguró que existía una grave preocupación en Japón por la posibilidad de que la refrigeración del núcleo y la retirada del calor residual estén aseguradas en la central. "Si eso no ocurre, si el calor no es retirado, hay un riesgo definitivo de que el núcleo se derrita. El combustible sobrecalentado se daña y se derrite", indicó.
TEPCO confirmó que los niveles de agua en los reactores estaban fallando, pero subrayó que estaban trabajando para mantener dichos niveles con el objetivo de evitar la exposición de los rodillos de combustible.
La Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) informó de que las cuatro centrales nucleares japonesas más próximas al lugar donde se había producido el seísmo habían sido cerradas por motivos de seguridad. Según el Ministerio de Industria japonés, en las centrales de Onagawa, Fukushima 1, Fukushima 2 y Tokai 2 se cerraron automáticamente once reactores nucleares de forma segura y sin que se produjeran fugas radiactivas.
En la planta de Onagawa se salió agua de las piscinas que contienen las barras de combustible, pero, según las empresas que la gestionan, no parecía que se hubiesen producido escapes radiactivos.
Los once reactores cerrados como consecuencia del terremoto producen el 18% de la energía nuclear de Japón. El sector nuclear produce cerca de un 30% de la electricidad del país y las preocupaciones por la seguridad de las centrales han aumentado en la última década. Muchos de los reactores nucleares están situados en zonas propensas a sufrir terremotos como la prefectura de Fukhusima, en el noreste del país, y la de Fukui, en la costa.
Así, según señaló el portavoz de la Sociedad Nuclear Española, Eugeni Vives, el diseño de las centrales nucleares de Japón está contemplado el riesgo sísmico del país para que las plantas y, especialmente sus partes centrales, no queden afectadas por situaciones de este tipo.
Por su parte, Agustín Alonso, catedrático emérito experto en seguridad nuclear y ex consejero del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), aseguró que el parque nuclear español al completo "resistiría perfectamente" un seísmo equivalente al acaecido en Japón. Alonso señaló que las centrales nucleares de Cofrentes (Valencia), Vandellós, Ascó (Tarragona) y Almaraz son las plantas atómicas españolas mejor preparadas para resistir un seísmo.