Vitoria. Túnez sigue dando pasos hacia la transición con la detención del responsable de seguridad del expresidente Zine El Abidine Ben Ali, refugiado en Arabia Saudí. Y, al parecer, no es el único arresto en el entorno del exmandatario tunecino. Ali Seriati, al que consideran el instigador de los disturbios que se están registrando el país magrebí, será juzgado por fomentar la violencia y amenazar a la seguridad nacional. Mientras, la tensión en las calles de Túnez se recrudeció ayer con tiroteos y choques entre grupos armados y militares. Las milicias, al parecer seguidores de Ben Ali, causaron el pánico entre la población, paralizado la capital y sembrado un estado de violencia generalizada.

Uno de los incidentes más graves fue el enfrentamiento entre militares y milicias afines a Ben Ali en las cercanías del palacio presidencial de Cartago, que se alargó durante más de cuatro horas. Al ser repelidos por los soldados, los asaltantes salieron en desbandada y entraron en algunas casas en busca de refugio, mientras disparaban indiscriminadamente. Los enfrentamientos se extendieron a varios barrios de la capital tunecina, incluida la zona residencial de Gammart, donde se encuentra la mayoría de las embajadas.

Además, las fuerzas de seguridad tunecinas detuvieron a varios individuos que transportaban armas en varios taxis, aunque todavía se desconoce si estas detenciones están vinculadas a los disturbios originados en el país tras la huida de Ben Ali. Entre los arrestados se encontrarían seis ciudadanos occidentales, posiblemente cuatro de nacionalidad alemana y dos suecos. Al parecer, los detenidos viajaban en tres taxis portando armas, aunque dos de ellos (los de nacionalidad sueca) podrían ser ajenos a los disturbios y tratarse de agentes de viajes expertos en la organización de safaris. Ante esta situación de caos y violencia que afecta a la capital tunecina así como a otras regiones como Gasfa y Sidi Bouziz, los ciudadanos tunecinos están empezando a crear "patrullas ciudadanas" para hacer frente a la inseguridad. El primer ministro tunecino, Mohamed Ghanuchi, respondió ayer con firmeza a estos hechos violentos y aseguró que las autoridades "no transigirán con aquellos que siembran el caos ni con los que atenten contra la seguridad del país". Asimismo, Ganuchi informó que se ha arrestado a "un gran numero de bandas criminales".

Policía corrupta El Ejército ha asumido la seguridad del país ante una Policía que está contribuyendo a sembrar el terror y a saquear. Desde el inicio de los disturbios ha desempeñado un papel contrario a su función: sembrar el miedo. Los agentes no tienen nada que perder, estaban al servicio de Ben Ali y, desde hace tiempo, tienen fama de corruptos y brutales entre la población. Desde que el expresidente tunecino abandonó el país rumbo a Arabia Saudí, parece difícil poner freno a algunos de ellos. Las autoridades sospechan que a los seguidores de Ben Ali se han sumado parte de los 160.000 efectivos de la Policía, que vivían de la dictadura y que ahora ven que lo están perdiendo todo.

Pero uno de los problemas más acuciantes comienza a ser la carencia en el suministro de alimentos debido al toque de queda impuesto. "No recibimos pan desde hace tres días", se quejaba hoy un mujer que hacía cola delante de la panadería del mercado central. "Todos guardamos provisiones, pero ya va siendo hora de que podamos volver a comprar", agregó. Sólo una tercera parte de los puestos abrió hoy en el mercado. Los comerciantes señalaron que no han recibido nada debido al toque de queda. "Por suerte hay verduras, pero es difícil encontrar carne", dijo un comprador.

Nuevo Gobierno Los fuertes disturbios de ayer no parecen haber afectado, en cambio, al ritmo de los acontecimientos políticos. El primer ministro tunecino, Mohamed Ghanuchi anunció que hoy hará público el nuevo Gobierno de unidad nacional tras llegar a un acuerdo con la oposición. Este ejecutivo se tomará las riendas del país hasta las próximas elecciones legislativas y presidenciales. "Mañana (por hoy) anunciaremos el nuevo gobierno que abrirá una nueva página en la historia de Túnez", señaló a través de un discurso televisado.

Una de las exigencias de la oposición es que se aumente el plazo de la convocatoria de elecciones de 60 días, tal y como establece la Constitución, a seis meses. La oposición, hasta ahora casi inexistente en el país, argumenta que 60 días no son suficientes para poder organizar una campaña electoral en la que darse a conocer. El primer ministro anunció que la Constitución y la Ley Electoral serán reformadas para que los partidos de la oposición puedan presentar a sus candidatos. Además, se dará cabida a personalidades independientes.