BILBAO - Un axioma en la industria del automóvil asumía hasta hace bien poco que la potencia guarda relación directa con el consumo y la contaminación. En otras palabras, que una caballería cuantiosa lanzada al galope quema muchas energías y necesita saciar su sed a menudo. Pero eso era antes. Los progresos de la electrónica están deparando propulsores cada vez más solventes y abstemios. Uno de los paradigmas de esta nueva generación es el motor turbodiésel de la serie Drive-E que Volvo va a implantar en el V40 y el V40 Cross Country. Dicha unidad los convierte en atletas que no beben ni fuman: suministra una potencia de 190 CV pero se contenta en condiciones idóneas con 3,3 litros cada cien kilómetros, lo que propicia reducir las emisiones de CO2 a 85 g/km.
La casa sueca tiene previsto desplegar esta moderna generación de propulsores Drive-E en toda su gama antes de mayo, con la única excepción de un XC90 a punto de renovación. La innovadora familia motriz, lanzada el otoño pasado, incluye variantes gasolina y diésel de elevado rendimiento. En el caso concreto del gasóleo destinado a los V40, las altas prestaciones obtenidas son compatibles con unas secuelas medioambientales escasas. La inaudita reducción del consumo propicia que esta poderosa mecánica acredite una huella de dióxido de carbono mínima, equiparable a la que dejan rivales con hasta 80 caballos menos.
El motor en cuestión emplea en primicia tecnología i-ART, que supervisa la presión en cada inyector de combustible en lugar de utilizar un único sensor de presión como en los sistemas common rail. Esos inyectores poseen sendos chip de control para informar al sistema, que así se asegura de suministrar la cantidad ideal de carburante durante cada ciclo de combustión.
Volvo asocia esta mecánica a transmisión manual de seis marchas y a caja automática secuencial de ocho relaciones. La primera combinación depara los brillantes registros de consumo y emisiones antes citados: 3,3 litros en ciclo combinado y 85 gramos por kilómetro de CO2. Estas cifras aumentan ligeramente cuando el motor se implanta en la variante SUV Cross Country, que obtiene un promedio ideal de gasto de 4,0 litros y expele 104 g/km.