Desde que hace dos años Marc Márquez dejó el Campeonato del Mundo de MotoGP huérfano de su tiranía debido a la fractura del húmero derecho, y esto sumado al evidente incremento del nivel de las máquinas de la clase media, el escenario de la categoría reina permanece imprevisible, plural, como se demostró en el estreno del curso con el Gran Premio de Catar, donde Enea Bastianini abrió la temporada con su primera victoria en la máxima cilindrada.
Se trata de un piloto que venía demandando la GP22, la última versión de la moto de Ducati, pero que dominó con la montura antigua para dar a la fábrica italiana su segundo triunfo con una máquina satélite. El mundo al revés. Insospechable. Así que lloraba emocionada Nadia Padovani, la mujer del difunto Fausto Gresini y actual jefa del equipo que construyó su marido, que en sus últimos días de vida antes de fallecer víctima del covid decidió apostar por Ducati y se recompensaron sus dotes de visionario.
La Bestia enmascaró el fracaso de los pilotos oficiales de Ducati, y tal vez generó dudas sobre la dirección adoptada en cuanto a la evolución. Pecco Bagnaia, punta de lanza del proyecto italiano, se fue al suelo tirando a otro ducatista, el poleman Jorge Martín; Jack Miller abandonó con problemas mecánicos. Los tres, los únicos de los ocho representantes de Ducati que montan las novedades de 2022, rodaban entonces alejados de las opciones de victoria. Bastianini era una excepción. "No era lo esperado, pero es fantástico", confesó.
Todo muy sorprendente, como lo fue ver al vigente campeón mundial, Fabio Quartararo, clasificando en novena posición con una Yamaha que el año pasado venció en las dos carreras disputadas en Losail. La moto de los diapasones es, por el momento, la gran decepción de la parrilla. Franco Morbidelli, el otro piloto oficial, acabó undécimo. La falta de velocidad punta es la condena de Yamaha, que tiene trabajo por delante para estar en condición de defender la corona. La mala noticia es que los motores permanecerán precintados para el resto del curso..
Brad Binder ahondó en el misterio de MotoGP con la sólida segunda posición con una KTM que pocos o ninguno podían ubicar en el podio, al menos no en Doha, donde la octava plaza que firmó el sudafricano el año pasado venía siendo el mejor resultado de la marca austríaca en este trazado. Desde luego, a Binder se le vio pilotar con solvencia, sin apuros. Su regularidad es además un bien preciado: es el único piloto de la categoría que ha puntuado en las quince últimas pruebas de MotoGP.
Honda no vence en Catar desde 2014. Losail está lejos de ser un circuito fetiche. Sin embargo, Pol Espargaró lideró las primeras 18 de las 22 vueltas, llegando a alcanzar un segundo y medio de ventaja. La gestión del consumo del combustible y la elección de neumáticos blandos privó al catalán de la victoria. El irreductible Bastianini le dio caza a cinco vueltas de la conclusión y Binder, otro con gomas medias, aprovechó la sangría de Espargaró, que no obstante fue tercero y satisfecho, porque la nueva Honda ofrece síntomas de mejoría. Cabe destacar además de que el ritmo de carrera impuesto por Polyccio fue de récord. "Es la primera vez en muchos años que Honda está ahí con dos pilotos", celebró el de Granollers.
Márquez, sin correr riesgos
Marc Márquez, visiblemente incómodo a la hora de llevar la moto por la trazada óptima, acabó quinto pese a que en la salida llegó a asomar en la primera posición. Su perfil, en líneas generales, fue bajo, alejado de ese espíritu combativo que le caracteriza. Lo esperanzador es que el de Cervera cruzó la meta a 4 segundos del vencedor. Los siete primeros clasificados llegaron con poco más de 8 segundos de diferencia, una muestra irrefutable de la igualdad imperante, de que nadie tendrá sencillo destacar con holgura. Huelga decir que la caída de Márquez en el warm up rebajó sus aspiraciones. "Decidí pilotar sin correr riesgos. ¿Un aspecto positivo? A nivel físico aguanté hasta el final. Obviamente me hubiera gustado hacer más, pero cuando esto no es posible, es mejor limitar el daño", analizó.
Más hechos impredecibles llegaron de la mano de Aleix Espargaró, cuarto, el resultado más brillante de Aprilia en Losail. Pero más trascendente aún fue que se quedó a 2,2 del ganador, el margen más estrecho de la marca, que parece haber dado un importante paso adelante.
Suzuki, la moto más rápida
El progreso también se percibió en Suzuki, al menos en cuanto a velocidad. Joan Mir y Álex Rins se mostraban satisfechos, pero acabaron sexto y séptimo, respectivamente, alejados de las pretensiones de optar al título. La montura de Mir registró el récord de velocidad: 357.6 kilómetros por hora, secundado por Bastianini (355.2), las Aprilia de Maverick Viñales (354), que fue duodécimo, y Espargaró (354), y la Honda de Márquez (354). Mientras, la Yamaha de Quartararo se quedó en 348.3 en un trazado en el que la velocidad es imprescindible para ser competitivo. Los resultados en este descorche del Mundial hacen intuir un año disputado, con variedad de alternativas a la victoria. Indonesia, el próximo día 20, arrojará más respuestas.