Sobre la lápida de mármol, debajo del nombre de Yves Saint Laurent, Pierre Bergé, el compañero y amante del famoso modisto fallecido en 2008 hizo grabar el siguiente texto: "Fuiste modisto". Una definición que hoy se queda corta. Al genial diseñador (Orán, Argelia, 1 de agosto de 1936-París, Francia, 1 de junio de 2008) se le reconoce hoy la autoría de sus creaciones como verdaderas obras de arte, cuyo eco es y será audible por mucho tiempo en todo el mundo. No en balde, hasta el próximo 15 de mayo 50 piezas de la ingente obra del modisto se mostrarán entre las colecciones permanentes de cinco de los museos más prestigiosos de Francia: el Louvre, el Musée d'Orsay, el Centro Pompidou, el Musée d'Art Modern, el de Picasso, y por supuesto, el del propio de Yves Saint Laurent (YSL), en el que se ilustra los procesos y la artesanía que intervienen en la creación de la alta costura.
El modisto en Marruecos, país que tanto le inspiró.
¿Qué es arte?
Probablemente la incorporación, por primera vez, de que un modisto sea honrado en instituciones tan clásicas, pueda poner fin al eterno debate de ¿Qué es arte? Definir algo es constreñirlo, impedir que se abran nuevos límites. El arte no es representar lo bello, sino bellamente las cosas. En este sentido, Mouna Mekouar, co-comisaria de las exposiciones y especialista en arte contemporáneo afirmó en rueda de prensa: "Creo que en 2022 vivimos en una época en la que ya no necesitamos preguntarnos si la moda es arte o si el arte es arte". De hecho, según refleja Tina Isaac-Goizé en una reciente crónica en The New York Times, ninguno de los templos de arte parisinos dudó ni un momento cuando Mekouar propuso el proyecto sobre la obra de Saint-Laurent. Sus creaciones se alejan de lo que se conoce por arte tradicional y ni siquiera se propone como un entorno de discusión teórica hasta dónde puede llegar el arte. Y en este sentido, Mekouar agregó: "Actualmente vivimos en un universo multidisciplinar, hecho de vínculos de conexión, por lo que las viejas etiquetas ya no tienen sentido". "El propósito del arte es disparar la imaginación" sentenció el escritor Anthony Burguess.
Aspecto de la exposición en el Museo de Arte Moderno de París.
Fuentes de inspiración
Sin embargo, YSL ya tenía su propio museo en París, y paralelo a éste se creó otro en Marrakech -la ciudad que tanto enamoró y fascinó al modisto- en asociación con el fabuloso Jardín Majorelle. En mis frecuentes viajes a Marrakech no dejo de visitarlo desde que se inauguró. En él no solo se muestran las creaciones del modisto, sino por medio de filmes, fotografías, conciertos y simposios, además de una biblioteca con más de 6.000 libros de literatura y arte del siglo XVII al XX, se reviven las diversas actividades culturales que este genio cultivó. YSL nunca consideró Marrakech un destino turístico más, sino que desde la primera vez que puso el pie allí la ciudad se le reveló como un edén. Todos sus colores, gentes, plantas, flores, árboles, explosión de fragancias, mercados, montañas más allá del Valle Ourika, fueron, entre otras, sus constantes fuentes de inspiración cada vez que regresaba a la bella ciudad marroquí. Asimismo, la magia de su jardín, pletórico de exótica vegetación, parece reflejar los vestidos en movimiento que inspiraba al modisto. En propias palabras de YSL, "le debo a este país, a sus contundentes armonías, a sus audaces combinaciones, el fervor de mi creatividad".
El resultado de tanta inspiración y creatividad se puede admirar hoy en los distintos museos parisinos. En el Centro Pompidou, por ejemplo, 500 Polaroids de amigas, musas y modelos del artista, incluidas Kate Moss, Carla Bruni y Naomi Campbell, dan a una mesa un ambiente warholiano. En la sala Delaunay se exhibe un vestido de la célebre colección Picasso otoño-invierno 1979. También se encuentran los no menos famosos vestidos Mondrian de otoño-invierno de 1965, que resaltan la obra del pintor holandés Piet Mondrian. El Museo de Arte Moderno, por su parte, destaca la línea prêt a porter primavera-verano de 1970. Y en el Museo d'Orsay, especializado en obras del siglo XIX, el punto de contacto no es el arte, sino la literatura.
Marcel Proust, cuyas obras fueron también una inspiración en la vida de YSL se refleja en una de sus marcas: Le Smoking, o vestidos de esmoquin para mujeres. Una disimulada referencia al radical concepto binario masculino-femenino. En una galería del Louvre también se pueden admirar prendas incrustadas con cristal de roca y bordadas con hilo de oro, o réplicas de joyas como un colgante de pedrería y vidrio vertido.
Con todo, las citadas exposiciones reflejan -como expresaron Mekouar y Madison Cox, presidente de la fundación de Yves Saint Laurent-, solo una pequeña parte del material de YSL, que consta de 7.000 prendas, 50.000 accesorios y miles de bocetos para colecciones, decoraciones y vestuarios conservados en los archivos franceses. Aún así, Cox cree que el gran modisto estaría muy satisfecho de lo que ahora se presenta. "Si bien -agrega- que Yves Saint Laurent no era la persona más modesta del mundo. Creo que deseaba desesperadamente ser considerado un artista. Era un artista manqué" .
Para concluir la rueda de prensa de la presentación de esta novedosa exhibición, Xavier Rey, del Centro Pompidou, declaró: "Es nuestro deber presentar el arte en todas sus formas. A través de los diseñadores de hoy vemos que, más que nunca, la moda tiene un lugar legítimo".