Lucir tapabocas no es obligatorio en Estados Unidos, ni lo será, pero sí "una muestra de respeto hacia los demás". Palabra de Lady Gaga y Ariana Grande. Y es que Gaga se crece, y a veces demasiado. Inolvidables fantasías ha gestado la intérprete del Poker Face durante la última década. Decidió, no lo olviden, meter los dedos en el enchufe y vestirse de mamarracha glam para rodar el vídeo de Bad Romance; reencarnarse en María Antonieta, la última reina de Francia, para impresionar en la alfombra roja de la premiere de Star is Born; o filetear en los MTV Video Music Awards 2010. En esa inolvidable noche, la cantante estadounidense usó un vestido hecho con auténtica carne de ternera, diseñado por Franc Fernández y estilizado por Nicola Formichetti, criticado por los grupos animalistas y nombrado por la revista Time como "una declaración de moda superior".
Todo por llamar la atención, pero con marketing del bueno. Con ese que deja huella sobre el espectador. Como cuando Aramis Fuster, la "máxima autoridad mundial en ocultismo", enumera su edad en directo: 698 años. Cifra que suma los lustros vividos en sus anteriores reencarnaciones, quede todo claro.
Pues bien, su puesta en escena en la última gala de los MTV, celebrada en ese país liderado por un presidente anaranjado (del que se ha habla en la página de enfrente) que no cree en los pegajosos hidrogeles, ha sido un buen ejemplo de ello. La artista neoyorquina pisó el escenario con la boca tapada para hacer campaña en favor del uso de las mascarillas, integrándolas en sus rompedores looks. Hay que predicar con el ejemplo, porque las mascarillas no están reñidas con el espectáculo. ¡Para nada! Incluso se atrevió a entonar con ellas un precioso dueto con Ariana Grande. "Lleva mascarilla. Es una muestra de respeto hacia los demás", declaró tras proclamarse como gran triunfadora de la noche: cinco galardones, entre ellos el de mejor artista.
Eso sí, a la protagonista de Ha nacido una estrella se le olvidó mencionar, en un simple descuido, el ligero coste de cada máscara: colmillos-toro, de Lance Victor Moore (LVM), máscara de oxígeno rosa, de Cecilio Castrillo, o brillos, de Maisonmet. A un precio medio cada una de mil eurillos. Es lo que tiene ir acompasada con abrigos de cromo líquido de Candice Cuoco, o vestidazos de Christopher John Rogers. El sobrecoste chic de la nueva normalidad.