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Mesa de Redacción

Miren Ibáñez

El fin y los medios

Este país, Estado, espacio administrativo o lo que sea que cada uno quiera considerar este cacho de tierra en el que habitamos y de vez en cuando vivimos es contumaz en sus obsesiones. No sé si ocurrirá en otros lugares, pero siempre me ha maravillado nuestra prolífica capacidad para estar pensando en las próximas elecciones al día siguiente de haber celebrado las últimas. En nuestra clase política esto se traduce en un permanente estado de alerta preelectoral. Y así, surgen debates que duran media mañana o auténticas bolas de nieve que se van retroalimentando hasta convertirse en peligrosos aludes. Aquel viejo adagio del fin y los medios. Y un poco de esto –unido a otros fenómenos– estamos viviendo desde que hace unos días Vox aireara una de sus banderas favoritas –las banderas les chiflan–, defendiendo sin tapujos la deportación de unos ocho millones de inmigrantes, incluidos sus hijos nacidos en España. Vox atiza brasas que luego ayudan a avivar situaciones como la que se está viviendo en Torre Pacheco; mientras, en el carril de al lado, el PP hace juegos malabares para hablar de un hipotético gobierno de Feijóo con o sin o con y sin Vox. El fin, los medios, la irresponsabilidad y cómo hemos convertido gobernar en un fin en sí mismo.