Ojalá las vacaciones les hayan cundido en cumplimiento de sus expectativas en lo que atañe a los destinos escogidos y las compañías elegidas. Pero también al fin último del asueto veraniego, que tanto puede servir para desconectar con la rutina exterior circundante como para reconectar con nosotros mismos. Lo mismo les deseo a los vigentes o próximos vacacionantes. 

Para todos los demás, mucho ánimo en esta cuesta de septiembre. Dígase lo que se diga, bastante más empinada que la de enero. Abundan para empezar quienes aún tienen el susto en el cuerpo justo por su dimensión creciente a base de los brebajes y las viandas acumuladas ahora en la báscula. Aunque también por el extracto de las tarjetas de crédito que desenfundamos alegremente de terraza en chiringuito –y viceversa– como si la factura la fuese a pagar Rita, la inglesa de la pamela de la mesa de enfrente. El soponcio se agrava para las familias con prole ante un gasto escolar cuyo aumento medio la OCU cifra en un 13%. Y casi como que cortos se han quedado. Más allá del sablazo de la luz en agosto –la más cara desde octubre de 2023 para la tarifa regulada–, igualmente nos hemos dado de bruces de nuevo con la caja del supermercado y ya pueden cantar misa en gregoriano: la cesta de la compra se habrá estabilizado pero el aceite de oliva cuesta un 40% más que el año pasado, por un 7% las patatas y legumbres, y un sobreprecio del 2% en el caso de frutas, carnes y pescados. Más vale que la gasolina y el euríbor sí han bajado. Poco siquiera es algo.

Inmersos desde la óptica individual en plena ascensión de esta escarpada rampa, con el retorno de la cotidianeidad se impone la exigencia a quienes regentan el bien común de abordar lo pendiente comenzando por lo urgente. A ello se han puesto al alimón en esta primera semana de septiembre el lehendakari Pradales y la presidenta Chivite haciendo causa común en la defensa de los sistemas de financiación específicos que representan el Concierto de la CAV y el Convenio navarro. Un blindaje del autogobierno como pilar de desarrollo económico y cohesión social sometido ahora –ante el Cupo catalán sellado por PSOE y ERC– al manoseo infecto del jacobinismo de guardia cuando se asienta en derechos históricos inalienables y se garantiza la solidaridad interterritorial al contribuir al sostenimiento de las cargas generales del Estado en función del PIB propio desde la responsabilidad fiscal exclusiva. Como perentorio resulta que el Ministerio del ramo presente los informes para el enlace del TAV entre la CAV y Navarra al objeto de codecidir si por Gasteiz o Ezkio sobre las premisas del coste, los plazos y el impacto medioambiental, más la movilidad de personas y mercancías, éstas claves para la competitividad industrial. Pradales y Chivite empatizaron también en este punto a toda velocidad.

Empatía que cabe dispensar a los convecinos sumidos en el síndrome postvacacional, éste sí irrefutable, por no tener trabajo al que incorporarse o hallarse en riesgo de perderlo. Fuerza para todos y a por este último cuatrimestre. En nada, Navidad.