Fin –por fin– del ciclo electoral calendarizado. Lo mismo da en el caso de la política estatal, anclada en la bronca permanente –e insufrible– con esa apelación diaria de Feijóo a Sánchez para que finiquite una legislatura que arrancó hace nueve meses. Cuando sin embargo en Bruselas los populares se aprestan a pactar con socialistas y liberales en detrimento de la misma ultraderecha que abrazan del Ebro para abajo. Mientras, en Euskadi se cuentan los días –cinco– para investir al jeltzale Pradales, en reedición de la cogobernanza de PNV y PSE. La política útil.

Resuenan aún en los Madriles los ecos de unos comicios europeos que han deparado argumentos a todas las siglas menos a Sumar, una resta constante hasta salirse Díaz de la ecuación. El PP ganó pero por dos exiguos eurodiputados tras plantear un plebiscito blandiendo la amnistía como la venta de la España auténtica. El PSOE salvó los muebles de Moncloa excitando la polarización con la derecha extrema y el neofascismo, acrecentada por la injerencia judicial con la citación nada inocente de la esposa de Sánchez en las postrimerías de la campaña. Nótese que con singular beneficio en la CAV, al erigirse en la fuerza más votada en Araba y Bizkaia a lomos de sus respectivas capitales, quedándose a 3.000 sufragios de una Bildu triunfante por su hegemonía guipuzcoana en un contexto de limitada participación que optimiza la fidelidad de su base social. El PNV conservó por su parte el acta en la Eurocámara, lo principal en tan áspera coyuntura, si bien la tendencia menguante acentúa la necesidad de la renovación de perfiles ya en marcha en el marco de una estructura más flexible y permeable, así como de una adecuación discursiva con una narrativa versátil que rentabilice al máximo los canales a su alcance. Una actualización que siempre resulta más plácida desde la responsabilidad institucional.

Justo en solidificar la gobernabilidad se afanan PNV y PSE una vez selladas las bases del Ejecutivo para unos servicios públicos solventes en aras a la cohesión social –con el reto de convertir a Osakidetza en referente europeo–, un empleo de calidad inscrito en un pujante ecosistema tan innovador como sostenible –y en autonomía energética creciente–, con plena observancia de la memoria, la igualdad y la diversidad. Más una apuesta compartida por la vigorización del autogobierno, primero para materializar ya los traspasos pendientes y luego para otro pacto estatutario en línea con el acuerdo de investidura de Sánchez firmado en noviembre por Ortuzar y los consensos de la ponencia parlamentaria sobre el particular, para así concitar las máximas adhesiones más allá de la mayoría absoluta de PNV y PSE. Ese programa de centralidad pragmática y transversal redundará en una organización de áreas coherente y después en un reparto según las capacidades de cada cual en función del peso de cada quien, 27 escaños jeltzales por 12 socialistas. Para el próximo domingo habrá lehendakari y Gobierno, sin Andueza por voluntad propia. Que su estabilidad no la perturbe una repetición electoral en Catalunya, ni un adelanto en España.