Nos ha puesto la dimisión sobre la mesa, así, sin previo aviso. El terremoto en nuestro amado templo del cortado mañanero va camino de ser bíblico. Desde tiempos inmemorables, una vez al mes uno los viejillos echaba a nuestro querido escanciador de café y otras sustancias de la cocina del local para hacer sus famosas kokotxas de merluza al pil pil en las cenas que cada viernes se pegan algunos de los habituales a precio de chiste. Pero últimamente, no pillaba el punto. En los buenos tiempos, había leches por pillar hueco en la mesa cuando tocaba que él cocinara. Es más, hasta los que no son muy amigos del pescado, se ponían a la cola para meterse las kokotxas a paladas. Pero la receta ya no funciona. No sabemos si es la repetición y la nula voluntad de cambio. O que el producto ya no es el mismo, o si la cazuela de barro en la que todo sucede está demasiado usada. Puede ser algo de eso o todo lo contrario. Lo único cierto es que el abuelete ha llegado a la conclusión de que verdes las han segao porque lo que es del género tonto es repetir una y otra vez algo que se sabe que no funciona esperando que el resultado sea distinto. Vamos, justo la misma conclusión que saca un político tras la enésima cita electoral en la que la caga... ¿o no?