Argentina es uno de esos países hermanos a los que cogí especial cariño hace décadas cuando Nocioni, Scola y toda aquella camada de impresionantes jugadores cruzaron el charco para dar un plus a nivel competitivo al Baskonia. Son cancheros en cualquier modalidad, tienen un sentido de pertenencia que pone los pelos de punta y así se demuestra cuando entonan el himno nacional antes de cualquier partido, me encantan términos como pibe, boludo, la concha de tu madre... Ver cómo celebraron aquel Mundial de Qatar también resultó conmovedor tras las furibundas críticas a Leo Messi. Por eso, se antoja triste el futuro que le espera estando en manos de un showman como Javier Milei, un tipo sin escrúpulos que la lía parda allá por donde va. Habrá que respetar la voluntad del pueblo albiceleste para que alguien así haya sido proclamado presidente, pero cuesta imaginar que sus recetas vayan a sacar de la ruina económica al país. A un gobernante hay que exigirle una correcta toma de decisiones, pero también saber estar, rectitud y educación en el desempeño de su cargo. Difícilmente alguien que hace de la provocación una forma de ser está capacitado para poder sanear una nación al borde del precipicio debido a la pobreza, inflación y crisis diplomáticas.