Entré en Twitter y me fijé en la publicación de un experto acerca de una serie de códigos que utilizan en redes los chavales para evitar el control de sus comunicaciones por parte de los progenitores. Abreviaturas y acrónimos en inglés para establecer un lenguaje digital que solo quienes pertenecen al grupo comprenden. Además, advertía de que hay adultos, conocedores de estas formas de comunicarse, que las utilizan para acosar a menores en la red. A este profesor y experto en protección de datos se le ocurrió ilustrar sus palabras con una imagen generada por inteligencia artificial. Imaginen mi sorpresa cuando vi que entre los comentarios a su publicación abundaban los que, obviando el interés y gravedad del asunto, le afeaban haber usado una imagen generada por ordenador. Ya les digo yo que no se trataba de defensores del gremio de los ilustradores y dibujantes sino de personas, como en otros tantos temas, incapaces de ir al fondo empeñadas en buscar la forma de ofenderse y criticar. Para no desviar la atención del tema sobre el que alertaba, el divulgador procedió a bloquear a estos tuiteros encantados de mirarse al ombligo. Ojalá fuera tan fácil hacerlo en la vida real. Nos ahorraríamos mucho ruido y discusiones absurdas que distraen de lo verdaderamente importante.