No sé cómo acabará todo este asunto, pero a las 23 mujeres que han logrado el hito histórico de ganar el Mundial de fútbol habrá que recordarlas también por evidenciar un estado de cosas en nuestra sociedad que muchos –y no pocas– se empeñan en negar: ese machismo rampante socialmente más o menos aceptado o asumido en nombre de la costumbre y del no es para tanto. Creo que eso explica en parte –el poder también tiene su parte alícuota en esa explicación– la bochornosa imagen de la asamblea de la Federación del pasado viernes: el incalificable discurso y los pasmosos aplausos –hay quien aplaudió y al día siguiente se desmarcó, suspensión de la FIFA mediante–. Después de esa asamblea, una se pregunta para qué se celebró. Obviamente, no se trataba de dar explicaciones, mucho menos de dimitir –aunque solo fuera por aquello del bien de la institución por encima del de la persona, eso para otros–. La impresión es que esa reunión solo buscaba exhibir poderío y recordar a los presentes que navegaban en el mismo barco. Y en el exhibir poderío, el glorioso argumento fue el de siempre vestido de cierta posmodernidad, “el falso feminismo”, mujeres buenas y mujeres malas. Qué viejo y qué cansino. Pues si hay que elegir equipo, en el de Jenni Hermoso.