Embargados aún todos y todas de los sabores y sentimientos mejores por San Prudencio, este domingo previo a la fiesta de Nuestra Señora de Estíbaliz abramos de par en par la puerta a la esperanza. Para que así entre el viento fresco de la utopía, “el principio de todo progreso y el diseño de un futuro mejor”, en definición de Anatole France, Nobel de Literatura hace un siglo.

Por empezar por lo más cercano, la utopía de que este país actualice 30 años después y con el grado de consenso exigible una ley educativa que en absoluto se corresponde ya con la sociedad actual y mucho menos con las necesidades del alumnado. Tanto en lo que atañe a la excelencia en aras a la competitividad como a la cohesión social que la escuela debe procurar con un trato inclusivo y equitativo entre redes a los estudiantes desfavorecidos. Objetivos ambos que guían el proyecto remitido por el Gobierno Vasco al Parlamento, en cumplimiento del mandato de la Cámara de hace un año, si bien el PSE pretende blindar en el debate los actuales modelos lingüísticos cuando el consejero Bildarratz niega que se hayan registrado cambios en materia idiomática. De hecho, en la Ley del Euskera siguen vigentes esos modelos, que los centros podrán implementar con mayor autonomía según su contexto, y el perfil de salida en Secundaria es el B2 para euskera y castellano, por el B1 para la primera lengua extranjera. Prueba ésta de la falacia consistente en denunciar una supuesta persecución del castellano para desgastar al PSE –o más bien al PSOE– en esta coyuntura electoral. Que los intereses espurios no comprometan el sistema educativo vasco de los próximos 30 años. 

Justo la educación como ascensor socioeconómico está consignada como el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 4 de los 17 que conforman la agenda 2030 para configurar un ecosistema mundial sustentable en lo humano y en lo ecológico, con más bienestar para las personas en equilibrio con el entorno. Retos globales de alcance local que constituyen la mayor utopía a la que estamos llamados el conjunto de los moradores de la Tierra, la transformación cooperativa más urgente de la historia de la humanidad. En ella trabaja la alianza alavesa por el desarrollo sostenible, instituciones y empresas a las que debe sumarse la ciudadanía con microgestos cotidianos en ejercicio de nuestra responsabilidad personal e intransferible, como se reivindicó en el reciente foro organizado en Gasteiz por este diario.

Siguiendo con los ODS, el número 5 se consagra a combatir la discriminación y la violencia contra las mujeres. Y qué mejor que esa lucha la lidere desde la presidencia de Estados Unidos una mujer y además negra como Kamala Harris. Sin embargo, Biden pretende repetir en la Casa Blanca con 82 años en vez de dejar paso a su vicepresidenta. Otro motivo para reivindicar la utopía en expresión de Víctor Hugo: “El porvenir que se esfuerza en nacer frente a la rutina, el pasado que se obstina en continuar”.