Nunca dejará de impactarme el hecho de que alguien sea capaz de matar en nombre de una religión, es algo que mi cabeza simplemente no puede entender. El pasado miércoles por la noche, un ultra –por no decir algo peor– de la religión islámica mató a machetazos a un sacristán de una iglesia de Algeciras dejando por el camino a cuatro heridos más, entre ellos un sacerdote de otro templo de la localidad andaluza. Todo ello con el pretexto de que estaban ofendiendo al Islam al profesar otra religión. Lógicamente, las asociaciones islámicas del país no tardaron en condenar el hecho, ya que estas brutalidades solo sirven para manchar el nombre de su religión y generar discriminación hacia ella. Como decía, puedo llegar a entender –que en ningún caso compartir– los motivos de alguien que asesina para conseguir algún beneficio, para vengarse de alguien, para defenderse o incluso como consecuencia de un enfado. ¿Pero en qué momento se te ocurre matar porque alguien no sigue a tu mismo Dios? Yo estoy a favor de que cada uno profese o no la religión que quiera, siempre que eso no afecte al resto. En el momento en el que se legisla en nombre de una religión, se fuerza a alguien a actuar de una manera o se mata a gente por ello pasas automáticamente de ser un religioso a un zumbado.
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