Esta semana he tenido la suerte de reunirme con algunos de los héroes que hace 50 años disputaron el primer partido de la historia del Baskonia en Primera. Espero haber captado la esencia de lo que significaron en el reportaje que publica hoy este periódico y no tengo más que palabras de agradecimiento, tanto para quienes se prestaron para reconstruir la fotografía que se tomó el 29 de octubre de 1972 antes de estrenarse en la élite contra el Breogán como para quienes no pudieron estar presentes, ya que a todos ellos les debemos que en la actualidad Vitoria pueda disfrutar de un equipo que compite en el baloncesto de máximo nivel. Sin ese grupo de jóvenes que hace medio siglo acudía cada noche después de trabajar a machacarse a las órdenes de Pepe Laso probablemente el Baskonia no habría llegado a lo que es ahora o se habría quedado por el camino. En ellos está el origen de la raza y carácter que todavía define al Baskonia hoy en día, y pocos clubes tienen la fortuna de tener a mano a una parte tan importante de su historia. Los vitorianos que amamos este deporte les debemos mucho y, por ello, me gustaría que el resto de baskonistas también tengan la oportunidad de reconocerles lo que hicieron con el homenaje que merecen. Yo, si fuera el club, no me lo pensaría.