l baskonismo, especialmente sensible con lo que está sucediendo esta temporada, salió jurando en arameo el viernes del Buesa Arena por culpa de Neven Spahija. Los aficionados no son tontos y entienden. El quinteto con el que acabó el partido, con los tres inoperantes bases en pista y sin jugadores como Kurucs, Giedraitis y Costello que habían sido básicos en la remontada, soliviantó de lo lindo al personal. La plantilla azulgrana carece de equilibrio y tiene recursos limitados, pero ello no quita para que la gestión del croata desde el banco esté dejando bastante que desear. Si hay que morir, mejor hacerlo con los jóvenes y los que sienten la camiseta para que la herida no sea tan dolorosa. Durante los meses que lleva en Vitoria, Neven no ha mejorado en nada al equipo. Es más, lo bueno que había se ha evaporado. Sedekerskis es una sombra del que empezó la campaña, Kurucs aparece de vez en cuando pese a ser la pieza con más hambre y el panorama tampoco es halagüeño para Raieste. Ya lo dijo Ivanovic tras una victoria ante el Unicaja con otra frase para la posteridad. "Si hay que morir, lo haré de pie y con la gente en la que creo". Más le vale a Spahija que se aplique el cuento si no quiere volar rápido de Vitoria. Ante el Olympiacos se tiró piedras contra su propio tejado.