e llama la atención que el sector de la población más reacio a vacunarse haya sido el de los jóvenes, que muchos hayan utilizado las redes sociales para atacar a quienes por ley se han visto obligados a solicitar en sus puertas el pasaporte covid y que no pocos solo hayan pasado por el aro cuando han comprobado que su ocio nocturno quedaba reducido a la nada en caso de mantenerse en sus trece. Más allá que salir de fiesta sea la mayor de sus motivaciones -todos hemos tenido veinte años-, que personas que cuentan con una formación y unos conocimientos mucho más amplios que nuestros mayores rechacen la vacunación -y en muchos casos ataquen a aquellos que sí optan por el pinchazo o quienes hacen cumplir la ley tachándolos de fascistas- con argumentos insostenibles es bastante difícil de entender. "Con lo que me he metido en el cuerpo, cómo no me voy a vacunar". Esta frase que alguien me dijo cuando, al reducirse la franja de edad, empezaban a aparecer cada vez mayor número de contrarios a exponer el brazo me parece el resumen perfecto de la situación. Entiendo a quien no se vacune por principios, pero pararse a dudar de una vacuna cuando por ciertos cuerpos han entrado cosas que son de todo menos saludables...
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