gual un día de estos puede que seamos testigos directos del Apocalipsis, pero si alguien quiere adelantarse a tan magno espectáculo solo tiene que acudir una de estas jornadas a nuestro amado templo del cortado mañanero. Primer problema: llevan desde el lunes pululando por el local querubines varios a los que sus progenitores no quieren llevar a clase por lo que los han encasquetado a los abuelos/babysitter/clientes. Segundo problema: se ha mantenido para la semana que viene la cena navideña que no hicimos el año pasado y nadie ha dicho ni esta boca es mía hasta que el hijo de alguien se ha presentado en el local llamando a los venerables inconscientes y suicidas, a lo que uno de los viejillos ha intentado contestar con un bastonazo en plena cabeza, aunque su mala vista ha hecho que la sangre no llegue al río. Tercer problema: nuestro escanciador de café y otras sustancias está en conversaciones con el tatuador que tenemos cerca del bar para customizar la piel de los habituales con el código QR del dichoso pasaporte, porque dice que está hasta las narices de los viejillos, sus móviles y los vaciles diarios. Cuarto problema: tenemos a un venerable que quiere pedir a las autoridades que reconozcan el bar como su único grupo burbuja para no tener que juntarse con la familia en navidades. Quinto problema...