ace poco leí este post en el Instagram de Armando Bastida, un conocido enfermero pediátrico con más de 280.000 seguidores: "Dormir con tu peque es como compartir cama con un pulpo borracho buscando su móvil". No pude hacer más que soltar una carcajada. Tal cual, Armando. En verano me fui de vacaciones con mi hija, una amiga y su hija. Sí, fuimos dos valientes con ganas de disfrutar del sol y con la esperanza de que nos dejarían. Pues bien, en la mobilehome que alquilamos me encontré una habitación enana que tendría que compartir con mi pequeña. Junté las dos camas, reordené el habitáculo y llegó la primera noche. Vaya noche... Parecía que mi hija estuviese jugando al pajarito inglés. Si por cada un, dos, tres pajarito inglés hubiese encendido la luz, mi hija habría tenido una postura diferente. Desde luego, no hubiese sobrevivido a 'El juego del calamar'. Me llevé unas cuantas patadas en la cara y algún que otro rodillazo. ¿Pero sabéis qué? también me lleve alguna que otra sonrisa involuntaria que hizo que cada una de las patadas mereciera la pena. Sabemos que esto no será para siempre. Cuando ya no haya minirespiraciones nocturnas, rodillas que se te clavan ni manitas que te buscan para su tranquilidad, lo echaremos de menos.
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