ay días en los que en nuestro amado templo del cortado mañanero detectas al instante que el ambiente no está para leches. Bromas las justas y depende sobre qué. Los viejillos siempre están por la labor de echarse unas risas a costa de quien sea o de lo que toque. Pero hay cosas con las que sabes que el personal tiene primero que soltar unos cuantos tacos y algo de mala sangre antes de pasar página y fijar sus miras en otra cuestión. Pasa, por ejemplo, cuando algún tonto a las tres decide que, como macho supremo, una mujer le pertenece hasta el punto de decidir matarla. Por desgracia, esta vez ha tocado en Vitoria, aunque en realidad da igual la ciudad, importa el asesinato. Pero en esta ocasión, uno de los venerables puso ayer sobre la mesa un tema que, por lo menos a mí, me pareció interesante. Estamos en una sociedad en la que hay voces, también partidos políticos, que cuestionan que exista la violencia contra las mujeres, que la enmascaran, que la minusvaloran, que incluso insultan a quienes reclaman acciones legales concretas y efectivas hablando de feminazis y otras lindezas. Partidos políticos que, como apuntó el viejillo, tienen votos y representación en Álava porque hay no pocos convecinos que opinan lo mismo. Y así nos va.
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