punto de pasar la hoja del calendario para sumergirnos en el estival agosto, la cosa está que echa chispas con la desbocada y salvaje regulación del mercado eléctrico. Este mes de julio pasará a la historia con el dudoso honor de ser en el que más caro ha salido el recibo de la luz. En un gesto inútil y para la galería queda esa anecdótica rebaja en el IVA, del 21% al 10% que, de momento, se aplicará solo hasta final de año. Ese 11% de supuesto beneficio para el bolsillo de los consumidores es un espejismo, cuando la tarifa de la luz no hace nada más que marcar precios máximos un día tras otro y las poderosas eléctricas ya nos avisan de que no se prevé que se relaje esa tensión hasta 2023. Intentar poner un mínimo de coherencia a las razones de este incremento no tiene explicación. En enero cargó con todas las culpas el temporal Filomena, con su despiadado azote sobre el centro de la Península. Ahora en verano la culpa debe de ser del astro rey por calentar tanto, aunque no por estos lares de Gasteiz. Cuando hace frío, porque hace frío y cuando hace calor, porque hace calor. Y el resultado es la sangría del bolsillo del consumidor. Cuanto peor van las cosas para la mayoría de la población, mejor es la cuenta de resultados de las eléctricas. Mientras tanto, más de uno se electrocutará cuando reciba la dolorosa factura.
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