ay que reconocer a Vox su capacidad para ser bebé en el bautizo, novia en la boda y finado en el funeral. Verbigracia, el anuncio de moción de censura de Abascal para la vuelta del verano en el pleno en el que Pedro Sánchez presentaba el acuerdo de la UE sobre el fondo de recuperación tras la pandemia. La cuestión es que protagonismo, a veces, es mero fuego de artificio. En este caso, porque los números no dan, y el manual parlamentario dice que una moción de censura perdida solo refuerza al inquilino de La Moncloa; y porque, a todas luces, ese anuncio tiene más de moción de censura contra Pablo Casado que contra Sánchez -a efectos prácticos, es al PP al que expone públicamente y, sobre el papel, coincide con una evolución a la baja en las encuestas frente a los populares-. Por si había duda, no sólo lo dijo en el debate Gabriel Rufián, sino que cronistas de uno y otro signo coincidieron en sus relatos. El PSOE, encantado, renovado el pie para acusar al PP de mimetizarse con Vox. Pero Sánchez tiene otro problema, y no menor, que se llama Presupuestos. La fotografía de mañana en la Conferencia de Presidentes sin el lehendakari no le augura un camino fácil, como tampoco la pregunta que lanzó Rufián: “¿Con Esquerra o con Ciudadanos?”. La pregunta tiene enjundia: ¿qué opinarán los Rutte & Cía.?
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