Una vez más, cobra sentido el axioma atribuido al gran cínico Josep Tarradellas: en política se puede hacer cualquier cosa menos el ridículo. Pues ahí tienen a la vicepresidenta segunda del Gobierno español y exlíder de Sumar, Yolanda Díaz, anunciando a bombo y platillo que su formación había alcanzado un acuerdo con el PSOE para derogar totalmente la ley mordaza.

Ya en el primer bote quedaba claro que era un brindis al sol. Con los votos de socialistas y su plataforma no llega ni para empezar. Sin el bloque de la investidura al completo no hay nada que hacer. Y estamos ante una cuestión sobre la que los diferentes grupos que lo componen mantienen serias diferencias. El acuerdo se antoja imposible. Recordemos que ya se fue al traste un primer intento.

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Con todo, la noticia corrió como la pólvora porque en la época estival siempre andamos necesitados de material para los fogones informativos. Fue una serpiente de verano efímera, que apenas duró una mañana.

Antes del mediodía, el coportavoz de Sumar en el Congreso, Enrique Santiago, llegó con el jarro de agua fría. El presunto gran acuerdo alcanza a un único artículo de la ley, en concreto, el que afecta a la prohibición de tomar imágenes de las fuerzas del orden en su actuación durante protestas o manifestaciones.

Desde luego, no es una cuestión menor, pero la norma tiene mucha más tela que, literalmente, cortar. Así que la montaña había parido un ratón, con Díaz tirando de fórceps.

Por el medio, de propina, consiguió enfadar a los habituales aliados del Ejecutivo de Sánchez que, con toda razón, se quejaron de no haber sido consultados. “Este Gobierno no termina de entender que tiene que hablar con sus apoyos antes de anunciar las cosas”, lamentó el presidente del EBB del PNV, Andoni Ortuzar.

Y si vamos al pecado original, pronto vemos que el patético y gratuito embrollo se debe a la necesidad de Yolanda Díaz de conseguir sus cinco minutos de foco. Después de nueve meses de legislatura sin rascar casi bola y perdiendo votos por quintales, la vicepresidenta no sabe qué inventar para estar en los titulares. Y así le va. l